El vicepresidente del Govern y titular de la Conselleria de Turismo, Biel Barceló, advirtió ayer de los peligros que supone la masificación de visitantes que se está registrando en las islas. La inestabilidad de otros destinos del Mediterráneo ha generado tal demanda que está llevando al límite las capacidades de las infraestructuras. El motor económico del turismo es evidente, pero llevarlo al límite implica el riesgo de quedar gripado.
Existe, en estos meses de mayor demanda, una sensación de agobio generalizada. Aún admitiendo los beneficios económicos, también se está cuestionando el rédito social y el impacto de tantos turistas. Esta afluencia masiva se traduce en una presión que puede convertirse en insostenible para los recursos hídricos, el tratamiento de los residuos, la asistencia sanitaria y los aforos de la red viaria. Este debate no se puede rehuir y debe ser afrontado.
Frente al aumento de las cifras de visitantes, hallamos unos recursos limitados. Cada isla debe definir su propio modelo para obtener economías productivas y consumos aceptables. Ello implica un gran debate y un amplio acuerdo entre las instituciones y la sociedad civil sin visiones cortoplacistas.