TW

La economía de Menorca, que entre el 2000 y el 2012 solo creció un 0,3 por ciento y sufrió una erosión del 27 por ciento en su poder adquisitivo, emite preocupantes señales de gran debilidad. La tendencia de estancamiento de la actividad económica en la Isla se ha acentuado durante el primer trimestre del año, según los datos difundidos ayer por CAEB. Unos indicadores que, lejos de apuntar fortalezas, concluyen que la aumenta la brecha de Menorca respecto a Menorca y las Pitïuses.

Hace pocos días, en el marco del ciclo «(re)Pensar Menorca», el doctor Antoni Riera advertía de la progresiva caída de la productividad en Menorca, lo que genera un escenario de grave riesgo para las empresas menorquinas, el PIB insular y la renta básica disponible.

La economía menorquina ha continuado su rumbo gracias a la inercia adquirida antes del 2000, pero hoy se está desacelerando por las dudas, las incertidumbres, los constantes cambios de criterio de las administraciones en la definición de los instrumentos de ordenación, y la inseguridad jurídica para emprendedores y promotores. Es el momento de los liderazgos y acuerdos para recuperar vigor, iniciativa y cambio.