La detención, ayer en Palma, de un joven marroquí que, según la Policía Nacional, se dedicaba a captar jóvenes a través de las redes sociales para promover su ingreso en el yihadismo, ha provocado un gran impacto. Confirma que el islamismo radical es un fenómeno sin excepciones que utiliza todas las herramientas disponibles, en este caso las redes sociales.
No ha sido la primera vez que Balears -concretamente Mallorca- aparece como base de operaciones vinculada al terrorismo islámico, movimiento que amenaza de forma transversal a todos aquellos que no comparten sus ideas y objetivos. Rechazamos la estigmatización de nacionalidades o creencias, pero el islamismo agresivo y radicalizado constituye uno de los problemas más graves que deben afrontar muchos países hoy amenazados.
La detención practicada ayer ha tenido gran eco mediático. Ante la imposibilidad de obtener un antídoto contra los fanáticos, es preciso actuar con serenidad y extremar la vigilancia sobre quienes rechazan los valores de la libertad y la tolerancia. Unos principios que han de ser difundidos e inculcados en todos los ámbitos y en especial entre los más jóvenes.