02/04/16 0:00
La dimisión de Esperança Camps como consellera de Transparencia, Participación y Cultura, el mismo día que el Govern presentaba a bombo y platillo la Oficina Anticorrupción constituye un ridículo que alcanza a la presidenta Francina Armengol. La periodista y novelista abandona el Ejecutivo tras admitir el enfrentamiento con sus directores generales, a los que acusó de inoperancia y de haberla torpedeado con filtraciones a la prensa. Tales afirmaciones son vergonzosas.