El terrorismo yihadista golpeó ayer con dureza en Francia, Túnez y Kuwait. Decenas de muertos y heridos en acciones ejecutadas con gran violencia, como el degollamiento de una de las víctimas en la fábrica gala de Isère. Estos atentados forman parte de la estrategia del Estado Islámico para horrorizar al mundo, un objetivo para el que no escatima medios, incluso arriesgando la vida de los terroristas que intervienen.
Un 'viernes negro' que confirma la capacidad del integrismo islámico para cumplir sus amenazas en varios frentes abiertos al mismo tiempo, tanto en países musulmanes u occidentales con un alto grado de tolerancia religiosa o centros de culto, como la mezquita chií de Kuwait. En un hotel de la cadena mallorquina Riu en Túnez han perdido la vida 28 personas.
La derrota del terrorismo yihadista y las organizaciones que lo apoyan, en especial el Estado Islámico, exige una actuación internacional conjunta. No solo asistimos al horror de las ejecuciones filmadas por estos verdugos, sino que se pone de manifiesto la facilidad con la que golpean fuera de sus fronteras. Medidas de fuerza y acción política para desactivar estos grupos radicales y sanguinarios.