La celebración, ayer, del Día Internacional de la Mujer Trabajadora pone sobre la mesa la realidad de la mujer en el mercado laboral. Sus derechos no están equiparados con los de los hombres. En nuestro país se siguen produciendo casos de discriminación salarial o profesional a pesar del notable avance logrado en las últimas décadas.
Pero la reivindicación es necesaria para que prevalezca la capacitación profesional sobre el género. No pasan desapercibidos aspectos del mundo laboral que colisionan con la necesaria equiparación. Así, el número de universitarias no se corresponde con los cargos de responsabilidad cuando acceden a las empresas, donde los hombres copan los cargos directivos y ejecutivos. Lo mismo ocurre con empleos que son sistemáticamente atribuidos a la mujer y, por el contrario, en otros su presencia es insólita. Queda mucho trabajo por hacer en las familias y en las escuelas para derribar prejuicios sobre el papel del hombre y la mujer, tanto dentro como fuera de casa.
Es preciso, por tanto, impulsar planes de conciliación de la vida laboral y familiar que impulse la presencia de la mujer en la empresa, en igualdad de condiciones que los hombres.