TW

Las expectativas que nos generamos suelen dimensionar los éxitos o fracasos que posteriormente    alcanzamos o se logran en cualquier ámbito de la vida. En el deporte, si cabe, estas sensaciones se acentúan exponencialmente.

Al empezar esta Eurocopa de naciones nadie sospechaba que la selección española tuviera posibilidades de ganar la competición o que pudiera alcanzar las rondas finales de la misma. No era ninguna de las escuadras favoritas. Los técnicos, prensa, aficionados, no le daban el mismo chance que a Alemania, Francia o Inglaterra, que eran las selectas escogidas como posibles ganadoras.

Tras la Eurocopa del 2012 se había apreciado un paulatino descenso en el nivel de nuestro futbol, que corroboraban los resultados que conseguíamos en las importantes competiciones en las que participamos.

No era fácil que por generación espontánea saliera una pléyade de jugadores tan destacada como aquello que nos deleitó en aquellos inolvidables años. También estaba el tema del estilo, era difícil renunciar a la forma de jugar que nos había dado tantos éxitos, la ahora denostada posesión.    Parecía que para el físico de nuestros jugadores aquella era la mejor manera de jugar. Los Xavi, Iniesta, Silva, Villa, Cazorla no podían luchar de otra forma ante los fornidos atletas de otros países, más físicos que nosotros.

Pero ahora como por arte de magia, guiados por un desconocido y denigrado entrenador hemos conseguido el milagro. Este señor que conocía a los jugadores de las categorías inferiores ha aguantado las críticas que vertían sobre él con un estoicismo y saber estar dignos de un santo mártir.

Él iba haciendo a su manera, creía ciegamente en su proyecto. Él ha conseguido entreverar nuestro fútbol de toque, que siguen practicando excelentemente    nuestros jugadores, con la vertiginosa rapidez de algunos jugadores con diferente genética a la nuestra que dan muchas más posibilidades a nuestro juego, bienvenidos cracks. A ratos la tocábamos para buscar nuestra mejor opción y cuando podíamos salíamos como locos al contraataque    o en rápidas transiciones con nuestros talentosos y veloces extremos.

Enhorabuena a De la Fuente y su equipo que nos han hecho disfrutar como nunca, porque nadie esperaba tanto.