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Después de haberme desplazado a Mallorca junto a mis dos hijas pequeñas y mi madre

durante cuatro meses, me he visto obligada a pedir una excedencia para volver a casa. Ahora, toca «tirar de ahorros» para poder estar en Menorca y mantener a la familia unida.

Pero aquí no acaba la historia. En los resultados del concurso de traslados (mediante el cual se accede a plazas definitivas), me han asignado una plaza en un centro de Eivissa. Eivissa, donde no tengo la opción de llegar con un vuelo a casa. Eivissa, donde no tengo la opción de encontrar un alquiler por menos de mil euros y donde tengo que «buscarme la vida» para, incluso, lograr encontrar una vivienda digna.

«Conselleria» nos dice que no nos preocupemos, que está trabajando para «facilitar el traslado a profesores con hijos». Pero dicen facilitar porque saben que, en ningún momento, lo pueden garantizar. Porque saben que este año podrá solicitar una comisión de servicios (un «traslado provisional») una cantidad desorbitada de gente y, a pesar de cumplir con los requisitos, muchos se quedarán fuera. Y, cuando digo muchos, digo los de siempre: muchos de los opositores. Porque a más del 90 por ciento de los opositores que hemos obtenido plaza definitiva, se nos ha asignado Eivissa o Formentera y no hay esperanzas para todos nosotros. Y yo debo «dar las gracias» porque otros opositores, que no cumplen los requisitos, no tienen ni esta mínima esperanza.

Pero aquí tampoco acaba el problema: las comisiones de servicio se resuelven los últimos días de julio. ¿Cómo podemos organizarnos si hasta apenas 4 semanas antes de empezar el curso no sabemos ni nuestra destinación? ¿Necesito buscar alquiler o no? ¿Necesito alquilar mi casa o vamos a vivir nosotros en ella?, ¿Necesito preparar una mudanza de una familia entera o no lo necesito? ¿Mi pareja necesita pedir una excedencia para conservar su trabajo? ¿Volverá a quedarse mi hija de 1 año sin escolarizar porque volveré a encontrar las escoletes llenas? ¿Nos veremos obligados, entonces, a vivir de un sueldo? ¿Dónde matriculo a mi hija de 5 años? ¿Llevará bien el hecho de haber pasado por tres colegios y haber cambiado tres veces de hogar en apenas unos meses?…

Todas estas dudas, toda esta incertidumbre, me persigue desde que conseguí mi luchada plaza, la cual no sabía que, más que un sueño, se convertiría en una pesadilla.