Los comentarios sobre la ineficacia o la lentitud de la burocracia menorquina inundan estos días «Es Diari». Me parece que conviene distinguir entre la bondad de sus peculiares métodos, cuando defienden a la isla de los ataques de los especuladores que pretenden enriquecerse a costa de su naturaleza o de su tranquilidad, a pesar de que fracasaran para impedir los hoteles de Son Bou, Cala Galdana o Arenal d'en Castell, y el inconcebible retorcimiento ante honrados ciudadanos que solicitan permisos para salvar de la ruina a edificios tradicionales o históricos o para atender a sus negocios legales.
No resisto la tentación de recordar algunos casos:
Para dar utilidad a su palacio de Ciutadella, al Sr. De Olives, con el beneplácito de Patrimonio Artístico solicitó permiso para rebajar una de las ventanas de su planta baja y convertirla en una puerta de seguridad para la instalación de un comercio. Cuando el trámite tenía ya seis añitos de edad, alguien exigió el informe de Medio Ambiente para que (supongo) algún experto en la conversión ambiental en de ventanas en puertas opinara al respecto. Cuál sería la desesperación del peticionario que prefirió acudir a la Jurisdicción Contencioso Administrativa a continuar el trámite.
El abogado Sr. Jaime Mairata adquirió un lloc en Camí d'en Kane y pretendió cumplir su obligación legal de enterrar la traída de electricidad, más, oh dolor, la línea sobrevolaba un camino vecinal. El trámite para cortar un par de horas el camino y enterrarla le llevó cinco años.
Tras ímprobos esfuerzos, los esforzados voluntarios de la Illa del Rei consiguieron que se tendiera una línea eléctrica para iluminar el Hospital. «Vade retro Satanás», que se hizo sin que mediara una concesión administrativa, con su trámite y su canon, pues invadía el suelo del puerto. ¡A cerrar!
En fin, también se impidió que el prestigioso escultor, de fama mundial, Eduardo Chillida se instalase en Sant Luís. Eso de zancadillear a artistas, cantantes o presentadores de televisión se ha convertido, al parecer, en una especialidad isleña.