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La llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos, según muchos analistas, va a ocasionar el cambio de la estabilidad entre comillas que hemos conocido hasta ahora. Para aquellos que siempre hemos creído necesario un cambio en el sistema, podría ser esperanzadora, sin embargo, esta nueva etapa de cambio que se inicia asusta más que alienta al posicionarse en una dirección totalmente contraria a los cambios deseados y, en muchos aspectos también a los anhelos de la población mundial, por ejemplo, en cuanto al problema del cambio climático.

El carácter histriónico del nuevo presidente augura un mandato a golpe de «trumpicones» que harán que vivamos en un vaivén de tumbos inesperados hacia posiciones radicalizadas que nos mantendrán a todos en vilo. Los republicanos de toda la vida y los americanos que lo han votado harán bien en estar atentos al experimento frankinsteniano propiciado, para que no ocurra como en la famosa novela de Mary Shelley, y ese rechazo inicial mayoritario en su propia nación y en gran parte del mundo, provoque la rebelión de la criatura dorada convirtiéndose por pura supervivencia, tal y como amenaza, en el simbolo de las fuerzas desatadas de un permisivo capitalismo que propicie actos irracionales para conseguir sus propios objetivos.

Dicho lo cual, no me importaría estar equivocado y confiar en que los millones y millones de americanos que lo han votado hayan visto algo en él algo que el resto de los mortales no hemos atisbado siquiera y, resulte ser que Donald Trump, sea simplemente un presidente transgresor, proclive a la incertidumbre y a las salidas de tono, cuyo manifiesto egocentrismo se conforme con la ostentación del poder, las apariciones mediáticas, volar en el Air Force One y con la hedónica vida en la Casa Blanca.

Habrá que agarrarse a un clavo ardiendo para que no sea el nuevo presidente de Estados Unidos la excepción a la regla del refranero español: «Perro ladrador, poco mordedor». Y es que la esperanza es lo último que se pierde, por poca que esta sea. Inagurada esta nueva era, acabo al más puro estilo Trump ¡Dios salve a América.. y a todos nos coja confesados!