Cuando te comunican, inesperadamente, el fallecimiento de un amigo, no das crédito a lo que acabas de escuchar.
La reacción inmediata es de incredulidad. No puede ser, te repites una y otra vez, pensando en que hace pocos días habías hablado con él y habíais quedado para compartir una paella, como habíais estado haciendo en repetidas ocasiones. Al poco, acabas teniendo que aceptar como cierto lo que te cuentan, y pides detalles: cuándo ha sido, cómo y, sobre todo la pregunta sin respuesta, ¿por qué?... que más da.
Ayer me dijeron que un amigo, mi mentor y maestro cuando era joven, Bernardo Gisbert Dols había muerto.
No me quedaba ni el estúpido consuelo de pensar que había sido tras una más o menos larga enfermedad, que te hubiera podido predisponer. No fue así. Mi querido Bernat, por lo que me dijeron, tuvo una muerte inesperadamente rápida.
Amigos desde que allá por los años 70 me pidió trabajar para la empresa que le había enviado a Menorca, Viajes Barceló, y que hizo de un mallorquín de nacimiento un menorquín de corazón. Bernardo amaba Menorca. Y fue un pionero en el desarrollo del incipiente turismo que llegaba a esta Isla. Las vio y vivió de toda clase y color cuando las palabras turismo y overbooking iban aquí de la mano. Y su innegable valía personal le convirtió en un referente querido por muchos que vivíamos por, para y del turismo.
Era un extraordinario vendedor. Y lo ha seguido siendo hasta ayer. Yo admiraba su visión comercial, su instinto y su saber hacer. Y cuando era a mí quien tocaba decidir, siempre me preguntaba: ¿Qué hubiera hecho Bernat en un momento así?
Fue brevemente presidente del Fomento del Turismo. Pero prefirió el plano empresarial al formal, donde las fórmulas que valen para uno no siempre valen para el otro.
Creó su propia empresa: Viajes Doria y se lanzó de pies y cabeza al desarrollo turístico de Menorca que él entendía como bienestar económico para los menorquines. Muchos le apoyaron, creyeron en él. Como ocurre a veces no siempre lo que quieres se consigue, y en un revés vital, muchos le dieron la espalda. Yo tuve la enorme suerte de no ser de esos y mantener su amistad, hasta hoy y para siempre.
No sé escribir necrológicas. Y menos si me afectan tanto como ésta. Pero no podía dejar de reivindicar lo mucho que hizo en su profesión para que Menorca se conociera en el mundo turístico. Se movió entre ferias y contratos, para que miles de miles de personas vinieran a conocer Menorca, y de paso dejarnos sus divisas. Medio siglo más o menos. Que se dice pronto. Y cuando la personalidad del vendedor, no había sido suplida por la tecnología. La muerte le ha llegado haciendo lo que siempre había sido el mejor en hacer: trabajando en turismo.
Bernat, escolte'm, molts aquí mai t'oblidarem i jo en seré un d'ells. Perquè t'estimam.
Bernat, no necesita homenajes, y menos los póstumos, que son los más dolorosos. Quienes te apreciamos y te queremos te lo dijimos en vida. Estés donde estés, espérame que pronto nos veremos y compartiremos más paellas. Un abrazo de un amigo, a ti y a tu querida familia.