Después de haber trabajado durante todo el año en Barcelona, estábamos muy ilusionados con la idea de pasar dos semanas de vacaciones en Menorca.
El día empezó muy bien debido a que el ferry «Jaume I» zarpaba con 15 minutos de antelación.
Tuvimos un trayecto muy agradable y arribamos a la antigua capital de la Isla, Ciutadella, antes de lo esperado.
Todo estaba yendo sobre ruedas hasta que pusimos el primer pie en la isla.
Al llegar a la terminal, tras atracar el barco de Baleària, resulta que el ascensor no funciona, con lo cual, centenares de pasajeros cargados con pesadas maletas han de subir las escaleras hasta la zona de aparcamiento y taxis.
Adicionalmente, lo que me parece más grave, habiendo viajado con mi motocicleta, lo primero que necesitaba hacer era repostar gasolina en alguna estación de servicio así que a las 22.45 horas nos fuimos en busca de una gasolinera.
En primer lugar, fuimos a una ubicada a la entrada de la ciudad en la carretera de Maó, la cual encontramos cerrada.
Unos vecinos nos recomendaron acercarnos a una gasolinera ubicada cerca del centro pero al llegar también estaba cerrada.
Volvemos a preguntar a unos vecinos de la localidad y nos informan que la única opción que nos quedaba era la gasolinera de la carretera de Cala en Blanes.
Al llegar a dicha gasolinera nos sentimos aliviados al ver que había personal en el interior de la misma.
Paramos. Me bajo de la moto y me dirijo a la ventanilla para solicitar que me abra el surtidor para pueda repostar pero la dependienta me dice que ya han cerrado y que no me va a servir.
Le explico que me alojo en Sant Lluís y que necesito combustible a lo cual me responde que no es su problema y que no me abre el surtidor.
Vaya manera más maravillosa de darle la bienvenida a un turista!
Finalmente, el día 10 de agosto, vuelvo a Ciutadella para coger el ferry con destino a Barcelona y me encuentro con que el ascensor de la terminal sigue inoperativo y que los pasajeros están teniendo que bajar por la escaleras cargando con sus pesadas maletas.
