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En el prólogo de «Moby Dick» su autor, Herman Melville, narra cómo un vigía otea permanentemente el horizonte, desde la garita del mástil principal, esperando descubrir el rastro de una ballena. Porque lo suyo es que los barcos estén en el mar. Pero la hibernación tiene estas cosas:los barcos están en tierra, esperando a que un vigía les avise: «Mar a la vista» y vuelvan a surcar esta parte del Mediterráneo en el clima alegre del estío.

Mientras eso no llegue, la barca varada en un terreno de una urbanización turística, debería llevar el nombre de invierno, como la gente lleva un abrigo, y en lugar de «Sol i Mar» debería llamarse «Frío y Tierra». Las barcas ancladas en zonas de varada, en parcelas de urbanizaciones, o en tanques rústicas, junto a las hileras de coches de alquiler en reposo, forman parte del paisaje de Menorca en invierno. Y cada vez tienen mayor presencia, directamente proporcional a su mayor actividad veraniega.