Foto: Gemma Andreu
Cuando más arrecia el temporal marítimo, cuando el viento eriza el mar y factura olas enormes es el momento en que se dan las circunstancias idóneas, perfectas para que los amantes del riesgo sobre las tablas deslizadoras se echen al agua en busca de la autopista que les conduce hasta el subidón de adrenalina perseguido. En contraposición a la mayoría de deportes que precisan de una meteorología benigna para su desarrollo óptimo, el surf, en sus diferentes variantes, aguarda el mal tiempo como cooperador necesario en su cruzada contra la fuerza de Eolo y las aguas bravas. Es entonces cuando penetran en el agua y cumplen con sus desafíos personales favorecidos por el despliegue de velas. Así sucede en la imagen adjunta, captada estos días de tramontana en Punta Prima, en los que solo las gaviotas pueden competir con la velocidad, el riesgo y el frío, apenas menudeces para sus practicantes.