Un seis para un promotor privado. El Consell hace valer su derecho de retracto, iguala la tirada y toma ventaja. Utiliza el comodín de los fondos europeos para comprar de una tacada el edificio de Correos y el aeroclub. «Luego ya veremos qué hacemos –se dicen en voz baja–, sobra dinero». El Ayuntamiento de Es Castell levanta la mano. Utiliza el turno del Consell para destinar lo que sobra de aquellos fondos pandémicos y sacar el comodín de la ecotasa: combo financiero. ¡Ja! Se lanza a la compra de seis parcelas con su tasación pública bajo el brazo. El objetivo son los aparcamientos. Que no falten. Sin el sí de los propietarios no hay bulevar ni aparcamientos ni nada. Tensión garantizada.
Vamos por orden de tirada. Le toca a un promotor de esos que han estado diez años escondidos y a los que ahora –cuando la Isla se ha encarecido hasta lo prohibitivo– ya le salen las cuentas para levantar pisos. ¡Bravo! Sobre todo para él. El próximo que pase tendrá que pagar al menos 220.000 euros por un piso de 45 metros cuadrados. Turno del Ayuntamiento de Maó, aprueba la compra de la iglesia de Sant Antoni, cede un solar de la zona de Santiago al Ibavi para que dentro de quién sabe cuándo construya pisos sociales, mientras da hora para de aquí a seis meses para escuchar la propuesta de un inversor. Se interesa por el solar de la antigua fábrica de Catisa, no quiere perder las plazas de aparcamiento. Que no falten los aparcamientos. Todavía conserva la figurita de la nave de la Seat de una partida anterior.
La parte privada del Llatzeret sale a subasta por 67.000 euros, menos de lo que pueden cobrar en un solo año los beneficiarios del programa de Lloguer Segur del Govern. Turno para el resto de municipios. Imaginamos que juegan juntos para ganar fuerza. Alaior compra la antigua fábrica de Coinga, Sant Lluís pasa, todavía no sabe qué hacer con Sa Tanca. Ciutadella cede un solar para construir viviendas sociales cuando las ranas críen pelo.
El sector privado se aburre. Comenta uno de ellos que lo que tendría que haber hecho el Consell hace años es comprar con la ecotasa las dos torres de Son Bou y echarlas abajo, que hubiera sido una publicidad brutal para la Reserva de Biosfera. El Gobierno anuncia que ya ha encargado la tinta de los bolis con los que se redactará el proyecto para construir pisos sociales en la calle Vassallo de Maó. Se abandona a partida, como todas las del ‘Monopoly’. Los más de 800 ciudadanos que esperan una vivienda pública se quedan sin tirar.