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Un barón húngaro se arruina en las mesas de los casinos de Buenos Aires y su familia para salvar el honor le paga el regreso a su provinciana ciudad natal. Su próxima vuelta provoca una ola de noticias disparatadas. Convencidas de que el noble quiere legar su fortuna a la ciudad, las autoridades empiezan a organizar una gran y delirante recepción.

Éste es en pocas palabras el núcleo argumental de la novela El barón Wenckheim vuelve a casa, de Lázló Krasznahorkai (Gyula, Hungría, 1954), escritor que acaba de ganar el Premio Formentor de las Letras. La historia está contada de tal manera que vamos entrando en la vida no solo de los personajes principales sino también en la de multitud de los secundarios. Por ejemplo, el barón envía una carta a su antigua enamorada de juventud. Entonces los lectores tendrán noticia de la misiva y además sabrán lo que le comenta el cartero a su esposa y quizás lo que ésta comenta a sus amigas al respecto.

Esta manera de narrar tan original tiene la contrapartida de que supone un esfuerzo para seguir la trama. Además, Krasznahorkai escribe unos párrafos larguísimos en los que casi no recurre al descanso del punto final. En un mismo párrafo se pasa de los pensamientos o las palabras de un personaje a otro sin aviso.

Más dificultades. El libro comienza con una advertencia que más que facilitar la lectura, la complica (aconsejo saltársela o leerla al final).

Después entra en la historia paralela de un excéntrico profesor, especialistas en musgos, que se construye una cabaña en un páramo y genera un revuelo con los periodistas que le persiguen y su hija que reclama que la reconozca. Hay que llegar a la página 78 para que empecemos a conocer al barón Wenckheim, a través de sus parientes y los revisores ferroviarios que viajan en su vagón de un tren al que le espera un en loco recibimiento digno de «Bienvenido Mr. Marshall».

Y pese a todos los escollos que el autor ha ido colocando en sus páginas iniciales, llega un momento en que la historia empieza a fluir y disfrutamos del sentido de su humor burlón y del prodigio literario de una narración excelentemente escrita y magníficamente traducida por Adan Kovasics.

Ganador en 2015 del premio Kossuth del gobierno húngaro por el conjunto de su obra y del Man Booker International en 2021, Krasznahorkai es un escritor diferente y merece la pena hacer un esfuerzo para conocer su obra. La tronada historia de su barón arruinado y de todos los que quieren aprovecharse de su supuesta e inexistente fortuna puede ser una buena puerta de entrada.

El barón Wenckheim vuelve a casa

Lázló Krasznahorkai

Traducción de Adan Kovacsics

Editorial Acantilado

512 páginas