El sentimiento de extrañeza y diferencia predomina en los pensamientos y las palabras de Annetta. Uno puede sufrir a causa de esa distancia respecto a los demás, incluso sin razones reales para ello. La obsesión por algún rasgo físico diferente (una nariz, los pechos...) o social (familia, clase, trabajo...) puede llegar a ser un infierno. Ella vive en un lugar parecido.
“La infelicidad -dice Annetta- es un lugar, un lugar físico, un cuarto a oscuras en el que elegimos estar. Tanto es así que, cuando encendemos una vela, protegemos la llama inmediatamente para que nadie pueda sondear el interior”.
Cree que su madre se avergüenza de ella y esa creencia en lugar de apartarla le convierte en más dependiente. Se vuelca por completo en Sofía, cultivando la desdicha de esta como un regalo y no como una condena.
Presente en madre y hija está la misteriosa historia de la peculiar abuela. Y en torno a las tres mujeres gira la fantasmal figura del padre, propietario de un comercio de tejidos que le ocupa la mayor parte del tiempo y le hace estar ausente de la vida doméstica.
“Papá era infeliz, como nosotros, -escribe Anetta- no menos que nosotras. Descubrirlo fue electrizante, anuló de inmediato cualquier distancia. Por fin algo nos unía, nos convertía en una verdadera familia”.
Carmen Verde afirmó en una entrevista en el “Café Letterario” del diario La Provincia que su novela, finalista del prestigioso premio Strega, es en esencia la historia de amor de una hija por su madre, una figura tan grande, que ella solo puede vivir a su sombra.
Escrita con ritmo ágil y ligero Una mínima infelicidad nos hace entrar en los secretos de un mundo íntimo y personal en el cual la vida parece más hermosa en las ventanas de los demás.
Una mínima infelicidad
Carmen Verde
Traducción de Regina López Muñoz
Editorial Tránsito
164 páginas
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Menorca - Es diari
De momento no hay comentarios.