A veces es una obra coral y Libby, “corazón mío”, en hebrero, parece hablar en nombre de todas las putas, y en otras, en cambio, sus impresiones son completamente personales.
Llaman la atención las contradicciones de la narradora con las que parece querer ocultarse de la vida marginal que lleva. Lo vemos claro solo empezar la novela:
“Os reíais como locas. Teníais las piernas largas, las tetas grandes, el vientre plano: No: estabais gordas. Veníais de hogares rotos, de familias adineradas, vuestros padres estaban locos el uno por el otro. Vuestro padre era contable, miembro de un kibutz, un sintecho, profesor de Lingüística en la universidad. Os quería como se quiere a una hija pequeña. Fuiste hojas únicas. Crecisteis en una familia cargada de hijos…”
Con el disfraz de la contradicción y la mentira Libby nos cuenta su trabajo nocturno, sus pesadillas, los horrores de algunos clientes con los que debe alternar y nos dice también que sus mejores momentos los vive cuenta está en el coche con el chófer y sus compañeras con las que se hacen confidencias.
En uno de los capítulos, todos breves, describe el placer de sentirse deseada como uno de los atractivos de su duro oficio: “Los hombres me miraban. Estudiaban el tamaño de mis tetas, el diámetro de mi cadera, el color de mis pezones, los hoyuelos de mis mejillas, cualquier cosa que pudiera despertar en ellos deseo o rechazo, aunque enseguida aprendí que, si les dices que tienes dieciocho años y que estás dispuesta a hacer cualquier cosa, el resto les da igual”.
En otros capítulos describe las conversaciones con lenguaje desprovisto de toda pasión los actos sexuales que el reclaman sus clientes. Luego, entre charlas con otras prostitutas y quejas por la violencia de la noche, confesiones de porqué era una trabajadora sexual y algunos secretos del oficio, la historia deriva hacia terrenos de novela negra o de misterio.
Maayan Eitan obtuvo un gran éxito de ventas en Israel con ésta, su primera novela. Según ella se trata de una metáfora de la vida bajo el patriarcado: “En el mundo de hoy -dijo en una entrevista_ una persona no tiene que experimentar el trabajo sexual para entender cómo se siente una mujer en un mundo en que los cuerpos femeninos son comprados y vendidos”.
Libby no solo logra atraer a sus clientes con su cuerpo, aunque insiste en que “no es guapa”, también seduce a los lectores con sus palabras y su relato.
Amor
Maayan Eitan
Traducción de Gerardo Lewin
Editorial Periférica
171 páginas
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