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El pasado lunes día 1 de mayo, recibimos en la Isla del Rey la visita mancomunada de dos parroquias de nuestra ciudad: San Francesc y el Carmen, las dos herederas de aquellos conventos extramuros que la ley de Mendizábal cruelmente desamortizó a mediados del siglo XIX, con la pretensión de obtener fondos para el Estado, pero con el grave perjuicio causado a la sociedad cuando aquellas comunidades atendían a fines sociales que difícilmente fueron sustituidos en aquel siglo. Indiscutibles también las aportaciones culturales de aquellas comunidades. Tenían las dos mejores bibliotecas de la ciudad. Todo se malvendió o se saqueó. Con el tiempo los conventos anexos han encontrado otros usos tales como Instituto de Enseñanza Media, orfelinato y Casa de la Infancia, Museo, cárcel, conservatorio, juzgados, mercado, etcétera. Toda una historia de siglos reconducida en los últimos años sobre la que se han escrito interesantes trabajos como el de Pedro Pons sobre la Iglesia y Convento de los Carmelitas.

La visita de los componentes de las dos parroquias dirigidas por su actual responsable el P. Llorenç Sales, fue entrañable por varios motivos. El primero por tratarse de personas muy cercanas al espíritu de voluntariado que alimenta a la Fundación Isla del Rey. No cabrían en esta breve reseña los nombres de las personas que están comprometidas con Cáritas, con Manos Unidas o con los Bancos de Alimentos. El segundo se debe a su interés por conocer la evolución de un hospital que muchos de ellos conocieron funcionando. Pudimos hablar del P. Vicente Macián y comprendían el cómo y porque habíamos recuperado su altar del Hospital Virgen de Monte Toro. Pudimos hablar de las motoras de La Mola, de las Hijas de la caridad, del muelle y playa que lleva su nombre porque por prescripción facultativa cada año las religiosas debían tomar baños de mar, allá enfrente del "Cementerio de los ingleses" o angloamericano.

Emotiva la Santa Misa celebrada en la capilla de San Carlos, tras explicarles el porqué de este santo, su relación con Carlos III y con el cambio de nombre del primitivo Georgetown por el de Real Villa de San Carlos, nuestro querido Es Castell, con el que mantenemos entrañables lazos de vecindad.

No pretendemos otra cosa que ratificar nuestro respeto y afecto a personas muy cercanas a nosotros por sentimientos y valores y el agradecimiento por su visita.

¡Bien saben que siempre encontrarán en cada rincón de la Isla un lugar de afecto y reconocimiento!

Luis Alejandre Sintes

General (R)