Existe una máxima en el mundo de la información que sentencia que un periodista jamás puede ser noticia o el protagonista de una situación, supongo que por el mero hecho de no alterar o distorsionar la corriente natural de relatar las cosas que ocurren a todos los niveles de la vida. Es una regla que respeto pero que no compartimos ninguno de los tres.
Existe, por otra parte, el excesivo protagonismo que algunos periodistas exhiben en diferentes programas de TV o radio asi como en prensa escrita, condenados a tener que liderar el 'share' –nivel de audiencia- a golpe de talonario descontrolado. Generalmente la narración llega a nosotros en primera persona, impera el 'yo' como objetivo prioritario, prevalece el 'vale todo' para extirpar al paciente vísceras, hígado, riñones, pulmones hasta llegar a ahondar en la vida del entrevistad@ , para mostrar sus vergüenzas al gran hermano que es la audiencia, el secreto más íntimo que guardaba y que por cuatro –o cinco- monedas de oro ha vendido su alma al diablo.
Entonces el clímax del notario de lo acontecido dinamita su ego ubicado en el 'top de las noticias', en este caso del corazón, momento oportuno para que el informador (¿) haga caso omiso a la razón, olvide que el periodista no es la noticia, y despliegue toda su munición sobre la víctima que generalmente interpreta su rol teatral perfectamente, emolumentos extras incluidos, por supuesto.
Tómbola, Crónicas Marcianas, Salvados, Gran Hermano, A tu lado, han sido –y son- catapultas de de periodistas 'protas' de sus propias historias paralelas al famoso que parecen conocer como si de un familiar se tratara. Asi tenemos al comandante en jefe Jesús Mariñas seguido de suboficiales al uso como Carmele Marchante y una tropa liderada por tertulianos como los Matamoros, Ángel A. Herrera, Lydia Lozano, Mar Flores, Miguel Temprano, el conde Lequio…
Lo más chocante del tema es que nadie conoce a estos pseudo-periodistas ni los programas que protagonizan. Generalmente, mira tú qué casualidad, Matías Prats, Àngels Barceló, Francino, Lucas y Alcina son comunicadores serios, que consiguen atraparte y sentir la noticia en la piel evitando dramatismos, exageraciones con un protagonismo muy lejos de engordar el ego insaciable. Sin embargo conocen al dedillo horarios de programación, temas del corazón (¿) vomitivos y, por supuesto, a los informadores de turno… ya se sabe, todos vemos los documentales de 'La 2' y nadie lo que se ha dado por llamar la 'tele basura' y es que, es de cajón, nos avergüenza reconocerlo, el zapping es peligroso porque el dedo es ¿caprichoso?
Un ejemplo claro lo tenemos reciente con Pablo Motos y su particular El Hormiguero. El controvertido presentador ha cosechado tanto protagonismo que su eco traspasa –al menos eso evidencia- la licencia permisible en cómo y qué preguntar. El programa contaba con las protagonistas de la serie 'Las chicas del cable' para el canal de televisión Netfix, y aquel encaminó su momento del interrogatorio a cuestiones como si saben bailar reggaetón, o con qué estrella de Hollywood les gustaría protagonizar una escena de cama, preguntas que le han producido un aluvión de críticas, sobre todo es foros feministas.
El premiado Pablo, reconocido periodista, seguramente por ese sentimiento de liderazgo en 'prime time' –liderazgo de audiencia- en su horario de emisión debió ejercer el derecho al 'todo vale' para informar y entretener de forma amena y divertida, como suele ser habitual en él, pero lo cierto es que perdió sus 'motos'… uy, perdón, quisimos decir modos, en busca de la gloria, se ubicó por méritos propios en el centro neurálgico de una polémica innecesaria, inútil y que sólo sirve para demostrar que el periodista 'nunca puede ser la noticia', aunque esta vez, lamentablemente, lo haya sido.…
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