Perdonen, pero desde que tengo el derecho a voto, por primera vez me he planteado no ir a votar a los comicios del domingo. Al final, seguro que cumplo por un sentimiento romántico de la democracia, que con todos sus defectos tanto nos ha costado disfrutar. Pero a mi juicio esta ha sido la campaña más triste que recuerde. Y no por la austeridad de medios desplegados por los partidos políticos- eran lo menos que podían hacer- sino porque mi desencanto respecto a las instituciones de la UE no ha hecho más que crecer. En teoría elegimos a unos parlamentarios que no sabemos muy bien qué harán (si nos atendemos a la historia reciente). De hecho, la dialéctica esgrimida entre los partidos patrios están más dirigidos a la realidad nacional -pensando ya en una confrontación local- que en un Parlamento Europeo en el que se habla mucho y poco decide. Y es que para llegar al poder hay que seguir el camino del dinero y éste está en manos del Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo y en una Alemania que reina y es madrastra entre el desconcierto.
Blog: Crónicas inusitadas
Europa y las elecciones
22/05/14 20:52
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