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A veces un pequeño detalle es la gota que hace derramar la copa de la paciencia en estos tiempos de tribulación. A mí el coraje me ha asaltado porque estamos en época de rendir cuentas con Hacienda. Uno analiza el debe/haber que se depliega en el papelito de IRPF y se pone como mínimo colorado porque buscas en tu cartera lo que debe haber y... lo que ves es telarañas. Es más, cuando en la declaración de la renta pone «a devolver» te preguntas - al menos yo- ¿de volver qué? En todo caso es que pagas menos. Lo que me molesta no es contribuir a la caja común y que el dinero que papá Estado te reclama de manera directa o indirecta se distribuya entre las necesidades de las personas o familias que no tienen un horizonte de trabajo, alimentar las paupérrimas pensiones, contribuir a la educación, al mantenimiento de servicios o construcción de infraestructuras. La solidaridad, siempre por delante. Lo que me irrita es que los euros que reunimos entre todos se malgasten, sea en las altas esferas o en las más bajas.

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Vayamos a una de las gotas que son difícil de comprender. Parecerá un tema menor, pero sirve de ejemplo que cómo el dinero que tanto nos cuesta ganar va, más veces de las deseables, a un desaguadero. Ahora resulta que la reforma del obelisco de Es Born de Ciutadella, sea por lo que sea, se hizo mal y el Ayuntamiento tiene que volver a rascarse el bolsillo para rehabilitar este símbolo de la ciudad de Ponent. Lo lamentable, es que éste no es un hecho aislado. Si repasamos municipio por municipio, ¿cuántos casos sumaríamos como el de sa Piràmide?

Estas cosas son lo que dan coraje, tener que pagar dos o más veces por lo mismo con el dinero de todos. El tema no es nuevo. De hecho es repetitivo. Como decía un lector del Menorca.info: «Lástima de país».