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El episodio es bien conocido hoy. La situación topográfica de Brunete situado en el cruce de las carreteras que unen El Escorial con Navalcarnero y San Martin de Valdeiglesias con Alcorcón, condenaron al pueblo a ser testigo de una de las mÁs sangrientas batallas de nuestra Guerra Civil.

Tenía entonces –hablamos de julio de 1937– unos 600 vecinos entre ellos un notario, dos médicos, un farmacéutico y tres maestros Desde noviembre de 1936 estaba protegido por una muy extendida guarnición encuadrada en la 71 División del general Serrador encuadrada en el VII Cuerpo de Ejército de Varela.

La República, ya sometida a graves luchas internas, buscaba un éxito estratégico, perdidas Vizcaya y Santander, y decidió romper la «gran guardia» que envolvía parcialmente Madrid, rompiendo precisamente por Brunete. Se encargó la operación al V Cuerpo de Ejercito, llamado «de maniobra» que mandaba Juan Modesto Guilloto. Lo componían tres divisiones: la 11 –Lister-; la 46 –el Campesino- y la 35 – del soviético Walter-. Actuarán como refuerzo un recién estructurado Cuerpo de Ejercito, el XVIII y dos divisiones independientes, la 45 –Kleber, otro ruso- y la 39 –Durán-.

El general Miaja mandaba los 80.000 efectivos, aunque el verdadero cerebro de la operación era el general Rojo, brazo derecho del ministro de Defensa, Prieto. Como en otras ocasiones se utilizó a la División Lister como punta de lanza. Liderazgo indiscutible de su general, mandos experimentados procedentes del 5º Regimiento.

A partir del 5 de julio de 1937 se iniciaron infiltraciones y se conquistó Brunete que quedó sometido a acciones y reacciones sucesivas, en las que los fuegos de aviación y de artillería serían protagonistas. En aquel infierno, la 13 División nacional del general Barrón sufriría en quince días 1.700 bajas. La de Lister rondaba el 50%. Éste había pedido reiteradamente el relevo de sus agotados hombres y ante la falta de respuesta acudió al puesto de mando de la operación ubicado en la finca Canto del Pico, la señorial casa en la que murió Antonio Maura, situada en un punto privilegiado que domina el valle del Guadarrama. Allí acudirían Negrín, Prieto, Miaja, Rojo, el ruso Stern y algunos asistentes al II Congreso Internacional de Escritores, como Malraux, Dos Passos o Hemingway.

Lister llegó al Canto del Pico a las tres de la tarde del día 20 de julio . Entró en el comedor y encontró a los comensales «delante de unas botellas de champaña».

Hubo que quitarle el revólver de las manos. Aquel hombre, tan cercano al sufrimiento de sus tropas, estaba dispuesto a todo.

Rojo relevó a la 11 División por la 14 de Cipriano Mera y no se habló más del tema en aquel momento. Azaña lo referirá en sus memorias.

El general McChrystal no sacó el revólver como Lister, pero también reventó en forma de declaraciones más que inoportunas, largadas a un periodista «incrustado», Michael Hastings, que hizo para la revista musical «Rolling Stone» el reportaje de su vida. En una obligada escala en París debida a la erupción del volcán islandés, se «soltaron unas amarras» de opinión, que se mantenían más o menos larvadas sobre territorio afgano. McChrystal y sus hombres dijeron lo que pensaban y no pensaron en lo que decían, ni a quién lo decían.

El general norteamericano llevaba cinco años entre Irak y Afganistán viendo sólo a su familia una media de 30 días al año; dormía cuatro horas, trabajaba sometido a la fuerte presión política de evitar daños colaterales a la población civil afgana, lo que produjo un aumento de bajas entre sus tropas, al faltarles apoyo aéreo, y ha beneficiado a los talibanes que utilizan –precisamente– a la población civil como escudo.

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Primeras reflexiones, en clave de lecciones aprendidas:

1) Obama ha reaccionado con moderada y bien medida prudencia. En resumen ha venido a decir al forzar su dimisión: «Acepto el debate interno, pero no puedo aceptar el cisma».

2) Pero la división no la ha engendrado sólo una de las partes. Habrá más movimientos de responsables en Kabul y en Washington.

3) Afganistán ya ha creado serios problemas en la coalición internacional. No podían ser menos los Estados Unidos que arrastran el mayor sacrificio.¡ Cuidado con los contagios!

4) El ser humano, por fuerte, preparado, asceta y sacrificado que sea, tiene sus limites y carencias. McChrystal no es tan diferente al resto de los mortales.

5) Nadie ha querido amortiguar el exagerado papel de una revista y de un periodista en busca de fama a quien el general advierte: «Podemos derrotarnos a nosotros mismos». Tampoco es el primer caso.

6) El aplauso de los que se alegran cada vez que se destituye a un general debería amortiguarse con el profundo respeto que se debe a quienes sufren sobre el terreno las crueles circunstancias de la guerra.

Obama ha resuelto bien un problema, aunque necesitamos personas que eviten el que se produzcan los problemas.

De lo de Lister nos hemos enterado por la Historia.

Miaja y Rojo evitaron que se produjese un problema en 1937.

Alguien debía haberlo evitado en 2010.