«Hay que forzar a la industria a que pague mejor al ganadero»

El presidente de la Confederación de Asociaciones de Frisona Española, Manuel Sandamil ha asistido a la 42 Escuela Nacional de Jueces Ganaderos

Manuel Sandamil, en Son Quart, ayer por la mañana.

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Manuel Sandamil es el presidente de la Confederación de Asociaciones de Frisona Española (Conafe) y está de visita en la Isla, donde ha asistido a la Fira del Camp de Alaior y, desde el lunes, asiste a la 42 Escuela Nacional de Jueces Ganaderos que anualmente organiza la entidad.

¿Cómo surge la opción de celebrar aquí la formación?
—Nos lo pidió la Asociación Frisona Balear y hemos aprovechado para hacerla coincidir con la feria de Alaior. Así, gente de la Península ha aprovechado para ver también el concurso.

¿Cómo ha sido la asistencia a la escuela?
—Sube un poco de los 60 alumnos. Es cierto que si fuera en la Península habría alguno más, quizá 75, pero también ha ayudado a que se apuntaran alumnos de la Isla. Es un número importante, que esperamos que en el futuro se pueda mantener y hacer este tipo de escuelas.

¿Hacen falta jueces?
—A día de hoy contamos con un plantel de diez o doce jueces. Para lo que es España y los concursos que se hacen, es un número importante. Unos se van a ir y otros tienen que llegar, para eso se hace esta escuela, es bueno que cada cierto tiempo se vaya renovando el plantel, que vaya entrando gente joven, implicándose con el sector, con el juzgamiento, los calificadores. Eso ayuda a que los jóvenes puedan tener una vocación como jueces.

¿Qué le pareció la feria?
—Me gustó mucho en cuanto a la calidad y el número de animales, y también la afluencia de público que hay. Realmente, gran parte de la Isla está ahí los dos días, y con las jóvenes promesas, con un número importante de niños, que se van a involucrar en la ganadería. Es de admirar.

¿Y el concurso morfológico?
—Estoy muy gratamente sorprendido. Para las pocas ganaderías que hay aquí, la calidad de los animales es excepcional y hay unos ganaderos realmente muy implicados, y más conociendo las circunstancias de la Isla. No es algo habitual que en una región tan pequeña haya esta calidad, ni esta implicación, ni el número de ganaderías que hay. Es de admirar, con la situación insular, porque no tienen unos precios de leche muy adecuados.

Es una batalla constante.
—El precio que tienen aquí, aunque algunos hagan queso y tiene un valor añadido, no es el de la Península, allí se acerca a los 50 céntimos por litro y alguna industria está ya por encima. Me dicen que aquí está sobre los 45 céntimos y hay que hacer las cosas muy bien, tener años que ayuden meteorológicamente, para abaratar costes. Por eso admiro que haya esta vocación en el campo, que los hijos sigan queriendo estar en la granja, asegurando el futuro.

Aseguran que la leche sigue vendiéndose a pérdidas.
—En algún momento puntual también pasa en la Península. El sector no está suficientemente valorado. Un litro de leche en el supermercado es asequible para cualquier familia, aunque tenga un precio un poco mayor. Ese diferencial nos tendría que quedar más a los ganaderos, para seguir invirtiendo, ayudar a que las explotaciones sean más eficientes, a nivel de producción y medioambientalmente. Eso tiene un coste, que pagamos de nuestro bolsillo. Industria y distribución se quedan la mayor parte del beneficio y en pocas ocasiones, a menos que haya falta de leche, repercute en el ganadero. La administración tendría que forzar un poco más, presionar a la industria y a la distribución para que el ganadero pueda tener mejores precios.