Fue el 23 de diciembre de 2023 cuando, quien fuera uno de los payasos más reconocidos del país en entre los años 50 y 60, regresó a la capital vasca, tras pasar media vida en Es Castell. Estos últimos meses vivió en casa de su hija Begoña, donde gozaba de una vida sana. Este 23 de enero, después de comer en familia para celebrar el cumpleaños de su hija, su llama se apagó suavemente de regreso a casa.
Juan José Campino nació en Bilbao el 12 de octubre de 1921 y estuvo casado con Lola Igartua. Tuvieron una hija. De pequeño, Campino siempre estuvo atraído por el mundo del circo y por referentes como los hermanos Díaz o los Moreno. Como explicó él mismo en una entrevista que concedió al MENORCA con motivo de su 98 cumpleaños, «eran payasos que yo veía que la gente se entregaba». Eso le fascinaba de tal manera que «al volver de la mili me fui a Madrid» para intentar hacer carrera, habiendo actuado como clown en Bilbao. «Veía que allí no progresaría».
Su deseo de ser artista le hizo abandonar su empleo de chapista, donde «ganaba bien», admitía. Fue así que se introdujo en el universo del circo como carablanca, primero logrando un puesto en el Gran Circo Trébol para trabajar junto a Cugathy, y poco a poco fue labrándose un nombre y alcanzando la cima con Goty y Cañamón.
El trío de payasos actuó para los mejores circos: Price, Monumental, Americano, Ruso o D’Hiver de París, con contratos que les permitió recorrer España, Europa y América, del norte y del sur. Emi, Goty y Cañamón fueron los primeros payasos de la tele, aunque acabaron triunfando los Aragón. Campino fundó el Club de Payasos y Artistas de Circo Españoles.
En 1965, el bilbaíno abandonó la caravana circense y aterrizó en Menorca. Aquí hizo gran amistad con Santiago Martín Forero y Francisca Gómez Plata, cuyos hijos, Alberto y Rubén, encontraron en el artista al abuelo que no habían conocido. En Es Castell, fue empresario y montó negocios como la discoteca Flinston. Este lunes, 27, a las 13 horas, se celebrará el funeral en la parroquia del Roser del pueblo que le acogió tantos años.
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Tuve el honor de conocerlo y era un buen hombre. Siempre coincidíamos en el Meson del puerto y charlabamos amigablemente. Era un placer oirlo. Era inexplicable la agilidad mental y aspecto que exhibía a pesar de su edad. Siempre acompañado de Santi. Descanse en paz.