Los tres hermanos Salom Antonio.

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La adopción y la interculturalidad en las familias

Que su hijo no tenga sus ojos o el mismo color de piel importa poco a aquellos padres que deciden adoptar y dar una familia a los niños que, por algún motivo, no tienen un hogar propio. Con ello, el enriquecimiento cultural a nivel familiar y personal se torna inmenso.

Las adopciones nacionales e internacionales son una manera muy común de formar y aumentar una familia. «La adopción es una medida de protección a la infancia», defiende CORA (Coordinadora de Asociaciones de Adopción y Acogimiento) en su portal web.

Adolfo García, coordinador general de dicha asociación y padre adoptante en China, añade que: «La adopción no es la solución a un problema de infertilidad. No es un acto social o caritativo». La desinformación y los prejuicios alimentan un cierto estigma en la población sobre la adopción.

No obstante, España lleva varias décadas encabezando la lista mundial de países adoptantes. Durante el boom de las adopciones internacionales, entre 2004 y 2005, España se situó como el segundo país que más adopciones realizaba.

La familia de Elsa Salom Antonio en China.

Las adopciones internacionales implican un extenso proceso que puede durar meses, incluso años. Reuniones informativas, solicitud de adopción y tramitación de la misma, cursos de formación para los adoptantes, certificado de idoneidad para adoptar... Todos los padres coinciden en que el momento más esperado se resume en cinco palabras: «Les han asignado el niño». Con el esperado viaje al país de origen y la recogida del nuevo miembro familiar, una etapa se cierra y otra se abre.

«De allí salió mi hija, de nuestros corazones», recuerda con nostalgia Carmen Martín, madre de tres hijos: dos biológicos y una niña adoptiva. «Ese amor y esa sensación es adictiva», refiriéndose al placer inmenso que le produjo engendrar con el corazón a su tercera hija, que cruzó medio mundo con tan solo diez meses para iniciar una nueva vida.

Aunque Martín defienda y apoye la adopción, considera -al igual que muchas otras familias- que el proceso es «angustioso» y que «se tendría que agilizar al máximo posible para que no hubiera tantos niños institucionalizados».

En general, la espera para adoptar actualmente en países internacionales es elevadísima. Pocos años después del boom de 2005, hubo un brutal ralentizamiento en el proceso. Esto supuso una caída en picado de las adopciones internacionales en España. Mientras que en 2004 se calculó la llegada de unos 5.500 niños adoptados, en 2018 -último año con registro oficial de esta información- solo se registraron alrededor de 450, según apunta el Boletín de Datos Estadísticos de Medidas de Protección a la Infancia del mismo año. Este informe también señala que los países de procedencia más elegidos incluyen Vietnam, India, Rusia y, por supuesto, China, la potencia asiática que más niños ha dado al mundo en adopción.

Habitaciones de la muerte o por qué China se convirtió en el país más elegido para
adoptar

Las habitaciones de la muerte, dirigido por K. Blewett y B. Woods y estrenado en 1995 a nivel mundial, fue un documental fundamental que mostró el horror que se vivía en los orfanatos de China por aquel entonces. Imágenes durísimas e inhumanas concienciaron a miles de familias acerca del tormento de aquellas pobres niñas que sufrían las consecuencias de la política del hijo único. «Provocó una ola de adopciones a nivel internacional», menciona Francesc Acero, portavoz de AFAC (Asociación de Familias Adoptantes en China) en una entrevista para «El País» sobre la situación actual de las adopciones.

Acero también recuerda que: «Durante un par de años, España se convirtió en el país que más niños chinos adoptó, superando incluso a Estados Unidos». Sin duda alguna, «Las habitaciones de la muerte» supusieron un antes y un después para la adopción China en España.

La ganadora del premio Mateu Seguí Puntas, Elsa Salom, con sus tres hermanos, durante la tercera adopción en China en el verano de 2007.

Iniciados los 2000, China gozaba de una rápida y eficaz burocracia para tramitar las adopciones. Fue el país que menos trabas puso a las familias adoptantes y, por ende, el más elegido. Las esperas eran cortas, las asignaciones rápidas y el único viaje al país de destino, que era el de recogida del niño, no superaba los veinte días. Desde 1995, España ha adoptado aproximadamente 19.000 niños de procedencia china. Sin embargo, las adopciones en este país se ven hoy reducidas drásticamente, y hoy casi no existen. ¿Qué ha pasado con China y sus niñas en adopción?

China cierra sus puertas a la adopción internacional

Mayo de 2007. El país asiático publica una nueva legislación que truncó el sueño de muchos españoles: adoptar en China. El endurecimiento de los requisitos para los adoptantes inició un receso de las adopciones internacionales y puso fin a una época tan espectacular.

Hablamos con Andeni (Asociación Nacional en Defensa del Niño), asociación de padres adoptantes en China que trabajó en España con la primera niña china adoptada. Su misión era «apoyar a las familias que querían adoptar en China y facilitar la vida de los menores». No obstante, la situación actual es mucho más complicada y no se asemeja a aquellos años dorados de la adopción en China: «Actualmente el tiempo de espera está en más de 13 años, lo que significa que en el Centro de Adopciones en China hay expedientes tramitados con fecha de febrero de 2007, a la espera de ser asignados».

Un país con una economía más estable, un mayor seguimiento entre las embarazadas chinas y unos perfiles de adoptantes más estrictos fueron algunos de los motivos que explican por qué ya no hay casi adopciones en China. Incluso se exige un índice de masa corporal de los padres. El fin de la Ley del Hijo Único fue determinante para frenar las adopciones internacionales, un hecho que disminuyó los abandonos de niñas y permitió la adopción nacional dentro del país.

Ángel Javier González (presidente de Andeni) y Leonor Carballo Gutiérrez (responsable de tramitación y administración de Andeni) comentan que esta asociación ya no tramita nuevos expedientes con China y que su labor principal hoy en día es «centrarse en la adopción en la adolescencia, dado que en esta etapa se encuentra la mayor parte de los menores adoptados por familias españolas».

Con un retraso prolongado de la adopción en este país, nace el «Paisaje Verde», que es «la adopción de menores con necesidades especiales», apunta Andeni. Esta nueva vía abre camino a adoptar, de manera más rápida, a aquellos niños que padecen alguna patología o discapacidad.

«Adoptar por el Paisaje Verde debe ser algo muy meditado y consensuado», afirma Andeni, que ha tramitado más de cien expedientes por esta vía. Aunque asegura que «las familias son muy felices con sus hijos», no descarta que en ocasiones «las patologías han sido complicadas».

Para finalizar, Andeni no duda en comentar que «la adopción internacional está muy difícil en todas partes» y asegura que actualmente «China no es viable».

Indudablemente, España ha cerrado una potente etapa de adopciones en el país asiático. Pero quién sabe si en un futuro, miles de padres volverán a emprender el viaje de sus vidas para encontrarse con su pequeño de ojos rasgados.

El apunte

Cuatro continentes, una familia

Muchas familias deciden adoptar una, dos y hasta tres veces. Es el caso de los Pons Urbano, una familia plenamente intercultural. Con residencia en Menorca, está compuesta por una niña de la República Dominicana, otra niña china y un niño etíope. La madre, Maribel Urbano, quien siempre tuvo claro que quería adoptar, explica hoy su historia…

Hace casi veinte años, la pareja cruzó el charco en busca de su primera hija. Debido a la larga estancia requerida en la República Dominicana para el proceso, eligieron China como segundo lugar de destino. Un cambio de requisitos en el país

asiático impidió su tercera adopción, por lo que cambiaron su rumbo hacia Etiopía.

Echando la vista atrás, Urbano afirma que «los tres procesos fueron muy rápidos».

Sin embargo, destaca un país en especial: «El proceso más cómodo fue el de China, fue coser y cantar».

Aunque sus tres hijos llegaron de bebés a la Isla, Urbano asegura que cada uno de ellos «trae de serie unos caracteres propios de donde nacieron», lo que ha permitido un «enriquecimiento cultural brutal» en el seno familiar.

A esta madre de familia le gustaría que tener un hijo adoptivo «no fuera un hecho a destacar», es decir, que no se diferenciara un hijo biológico de un adoptivo. ¿Acaso no son hijos de la misma manera?

Esta familia intercultural es, sin duda, un símbolo de tolerancia, respeto y solidaridad. Así, América, África y Europa se conectan en un mismo hogar y forman lo más bonito de esta vida: una familia.