El Club Hípic Sa Creueta, de Es Migjorn Gran, cuenta con 18 caballos para su alquiler en las fiestas. | Josep Bagur Gomila

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La probable vuelta de las fiestas patronales de Menorca este verano ya ha comenzado a reactivar el deseo de jinetes y amazonas por ser partícipes de la celebración en las diferentes qualcadas. Se espera, por tanto, un aumento en la demanda del alquiler de caballos que hasta ahora siempre han estado disponibles en diferentes clubes hípicos de la Isla para atender las peticiones. Tras dos años de parón por la pandemia, no todos los que quieran alquilar un caballo para salir en la fiesta van a lograr su propósito si no son habituales en los clubes que rentan.

Los empresarios del sector, en algún caso, se han visto obligados a vender los caballos para aligerar los costes de su mantenimiento, que hasta entonces se sufragaba, en parte, precisamente con los alquileres para fiestas, como complemento a las clases de doma o excursiones que también se han resentido por el mismo motivo.

El alquiler de un caballo para los dos días de fiesta tiene un coste que ronda entre los 600 y los 700 euros, cantidad a la que hay que sumar las clases prácticas que se realizan en el mismo club en los meses previos, y que resultan fundamentales para la preparación obligada del jinete con la montura que va a utilizar.

A este descenso del negocio se ha sumado el hecho que se han producido muchas ventas de buenos ejemplares de raza menorquina a particulares europeos, con lo que el número de caballos disponibles para cada fiesta patronal va a ser menor en el caso de que se celebren sin más restricciones que los límites habituales de la qualcada en cada municipio.

«Nos hemos visto obligados a vender unos seis ejemplares para subsistir porque el coste es muy elevado y todo ha subido», explica Tóbal Camps, responsable de Sa Creueta, en Es Migjorn Gran, uno de los clubes principales en el alquiler de caballos para las fiestas, junto a la Escola Eqüestre Menorquina, de Ciutadella. En Sa Creueta disponen de 18 ejemplares para este fin, que se alternan semanalmente para darles descanso, salvo en Maó y Ciutadella en que se alquilan todos.

«La gente vuelve con muchas ganas, está claro, hay una explosión ahora», señala Camps. Respecto a la demanda prevé «no poder atender nuevas peticiones.    pero los que vienen siempre, en principio, sí que tendrán caballo».

Durante este tiempo de menor actividad propietarios y monitores han tenido que mantener a los animales en danza, aunque haya sido a una menor intensidad, porque no pueden dejar de hacer ejercicio. «No ha sido igual pero los hemos entrenado», señala Camps.

En la Escola Eqüestre, indica su responsable, Xiscu Marqués, cuentan con 15 caballos para alquilar en las fiestas. «Con mucho esfuerzo los hemos mantenido porque tenemos tierras donde sembrar el pienso, si llueve». Lamenta «que no hayamos tenido ayudas pese al coste que suponen los animales». De todas formas, señala, «el alquiler para fiestas no nos da para vivir, es algo más, pero no el ingreso principal». Marqués, no obstante, aún no ve claro que las fiestas vayan a celebrarse, «esta guerra lo puede enfriar todo aunque nosotros ya tenemos gente que entrena para salir».

Natalia Enrich, de la Escuela de Equitación Taris, en Alaior, resume que el caballo «necesita actividad, es importante». En su caso los seis caballos que tiene para alquilar en las fiestas ya están prácticamente comprometidos con sus clientes, «no tendrán problemas, nosotros no hemos necesitado vender pese a todo, y no tendremos problemas con nuestros habituales».