Raquel Gil y Sergi Belda están inmersos en la aventura de vivir en un velero dando la vuelta al Mediterráneo. Zarparon de Valencia en junio de 2020 y por el momento no tienen fecha de regreso. Debido a que las condiciones marítimas no son las más propicias durante la estación invernal, acostumbran a hacer un parón. Así, su velero, el «Viviravela» (que también da nombre al proyecto), se encuentra hibernando en Croacia, el punto hasta el que han logrado avanzar. Y mientras tanto ahora aprovechan para recuperar una de las escalas que más les ha llamado la atención durante su trayectoria surcando los mares, Menorca.
«Ya habíamos estado en un par de ocasiones, pero en la primera nos pilló un temporal muy fuerte y no pudimos disfrutarla bien», relata Gil. Ahora que tienen tiempo libre, han decidido embarcarse en otra vuelta, en este caso sobre tierra firme y siguiendo la senda del histórico Camí de Cavalls.
Una ruta que esperan concluir el próximo domingo, si el tiempo lo permite. Aprovechando el paréntesis obligado de ayer por culpa de la lluvia, la navegante reconocía al teléfono que «nos está encantando la experiencia; menuda isla tan preciosa que tenéis».
En marzo tienen previsto volver al timón y poner rumbo a Grecia, donde no saben cuán tiempo permanecerán, para luego continuar hasta Turquía. «Nuestra intención es vivir viajando, pero lo primero que aprendes es a no hacer planes muy definidos. De hecho el plan es que no suele haber plan», resume Gil sobre una aventura que apunta en el futuro hacia cruzar también el Atlántico.
Y es que a bordo del «Viviravela» «el ritmo lo marca la vida; ella nos irá diciendo, eso es lo que hemos aprendido», resume Gil, quien no esconde que tiene la suerte de estar disfrutando de «la vida soñada», aunque también reconoce que a veces «no todo es tan fácil como parece».
La suerte que tienen Raquel y Sergi es que pueden compaginar la pasión por la navegación con el desarrollo de su profesión. Ambos trabajan on line en el sector de las energías renovables. Todo lo que hace falta, relatan, es organizarse de tal manera que puedan contar con cobertura cuando lo necesitan, algo que sucede cuando se aproximan a la costa.
Con 14 metros de eslora y 4,5 de manga, el velero en el que navegan está diseñado para poder vivir en él, «es una mini casa», dice Gil, y preparado para dar la vuelta al mundo. Es por ello que por el momento su aventura no tiene límites.
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