Dia de la festa de Sant Bartomeu a Ferreries | JGV

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24 de agosto, día grande en Ferreries y también emocionante. Quizás más que otros años, dado que en esta ocasión se conmemoraba el 20 aniversario del fallecimiento, tal día como ayer, del caixer batle Onofre Janer tras sufrir un accidente cuando se incorporaba a la qualcada. Su memoria ha estado desde entonces muy presente en la celebración de Sant Bartomeu, pero este año más si cabe. Y es que si habitualmente durante el replec los jinetes se quitaban la guindola al pasar frente su domicilio en la Sa Costa des Convent, este sábado se procedió a entonar un toque de duelo con todos los caballos parados.

Fue ese, con el tono aportado por el fabiol de Andrea Bosch, uno de los momentos más sentidos de la jornada que, tras un espectacular arranque de la fiesta el día anterior, retomó su actividad bien temprano, al son de la diana interpretada por la Banda de Música de Ferreries, que comenzó a recorrer las calles de la población a las 8.30 de la mañana con el acompañamiento de la comparsa de cabezudos.

Poco a poco, los caballos, a toque de fabiol, fueron incorporándose a la fiesta con la mirada puesta en el Pla de l'Església, no sin antes dar varias vueltas al pueblo deleintando a los vecinos y visitantes del pueblo con los preparativos de la celebración que se avecinaba en otra calurosa jornada.

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Pasaban siete minutos de las 11 de la mañana cuando la música comenzó a sonar en la céntrica plaza frente al Ayuntamiento, donde arrancó un jaleo que se prolongó durante cerca de tres horas. En el intervalo de espera entre cada una de las vueltas, el público pudo disfrutar también de unas espectaculares carreras en el regreso de la qualcada, formada ayer por 87 caballos, al punto de partida.

Una parte de la fiesta la del jaleo que contó con una alta participación en la arena por parte de los más jóvenes, que ya dejan entrever que el relevo generacional al pie de la fiesta está garantizado de cara al futuro. Finalizada la tercera vuelta, en torno a las 14 horas, llegó el momento de la recompensa con la entrega de las cañas verdes y la cuchara a los jinetes.

Sant Bartomeu cabalgaba ya hacia el final de la fiesta, no sin antes celebrar la solemne misa, cumplir con la tradición del aigua-ros y recompensar a los protagonistas de la fiesta con una merecida beguda antes de escuchar el siempre triste sonido del darrer toc. Una sentida despedida para una fiesta en la que ha reinado la normalidad y no ha habido que lamentar ningún accidente de gravedad, según informaron desde Cruz Roja.