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Muchos transeúntes contemplaron ayer con sorpresa la marcha protagonizada por la comunidad senegalesa en Maó, se preguntaban qué sucedía y seguían con interés los cánticos y el sonido de los tambores mientras un centenar de personas recorría las calles más céntricas, entre la Explanada y la plaza Constitución. La fiesta estaba organizada por la Asociación Kenzul Muhtadiin Touba-Menorca, para reclamar paz y agradecer a los menorquines «la posibilidad de trabajar y convivir».

Durante todo el recorrido las mujeres repartieron pastas y café senegalés, y ellos, que caminaron encabezando la marcha, entonaban canciones y portaban los retratos de su guía religioso, Cheikh Ahmadou Bamba, teólogo musulmán que propugnaba la no violencia y fundó la orden sufí del muridismo, la confesión que profesan los participantes en la fiesta que salió por las calles de Maó. Fueron recibidos por la alcaldesa, Conxa Juanola, al término del recorrido, junto al Ayuntamiento, y desde allí uno de sus representantes lanzó una propuesta a las instituciones: trabajar por el hermanamiento entre Menorca y la pequeña isla senegalesa de Goree, frente a Dakar, por la que transitaron unos 20 millones de personas rumbo a la esclavitud en América, víctimas de un comercio infame. El guante se ha lanzado.