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Siete horas de intensa fiesta. Ese fue el tiempo que transcurrió entre el primer y último toque de fabiol en la segunda jornada de los festejos de Sant Climent. Una celebración que, no obstante, había empezado a prepararse ya desde primera hora de la mañana, al toque de diana que interpretó el grupo Cap de Fibló.

Recuperados ya de la intensidad de un jaleo que la jornada anterior había acabado pasada la media noche, los 45 miembros de la qualcada se reunieron de nuevo en la calle Sant Jaume. Pasaban 15 minutos de las diez mañana cuando el fabioler Víctor Pons hacía sonar la primera tonada de la jornada. Poco después se procedía en la sede de la asociación de vecinos a la entrega de bandera al caixer fadrí, una enseña que en los años venideros sustituirá en la qualcada a la que se venía utilizando hasta la fecha, la de color blanco y que representa a una población volcada en la celebración de sus 200 años de historia.

Siguiendo con el protocolo establecido, la comitiva se dirigió a la parroquia, donde se celebró la Missa de Caixers, oficiada por el caixer capellà, Joan Tutzó, y durante la que no faltaron unas palabras de recuerdo para los recientes atentados. Al igual que el día anterior, los miembros de la qualcada volvieron a lucir en sus levitas un crespón blanco en señal de duelo.

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Pasado el mediodía el pueblo ya bullía de nuevo en la fiesta, muy concurrida. La locura se desató a la una de la tarde con el comienzo del jaleo, que al igual que el sábado arrancó con una hora de retraso. Tras una pasada, dos vueltas y la entrega de cañas, se prolongó hasta las 16.20 horas.

A la misma hora que sonaba el último toque de fabiol (17.15 horas), la fiesta continuaba en la plaza de la mano de la siempre espectacular samba de la Banda de Música des Migjorn.

Ya por la noche. la música, la verbena y el espectáculo de fuegos artificiales ponían el colofón a unas fiestas que transcurrieron de una forma ejemplar y sin incidentes destacables. La Creu Roja realizó durante los actos centrales del fin de semana medio centenar de asistencias, ninguna de ellas de carácter grave. Ya solo queda esperar el siempre refrescante temporal de xaloc para comenzar a despedir la fiesta hasta el año que viene.