Un jaleo tardío. La parte más esperada de la fiesta comenzó con casi una hora de retraso, ya de noche | Javier Coll

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Faltaban algo menos de diez minutos para las siete de la tarde cuando Sant Climent escuchaba el primer toque de fabiol. Un momento emocionante precedido por el discurso del fabioler, Víctor Pons, quien antes de pedir permiso al caixer batle, Toni Vidal Moll, para comenzar el replec de la qualcada, dio las gracias a «todo Sant Climent por haberme invitado de nuevo a participar en la fiesta».

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En torno a las siete de la tarde, la presidenta de la asociación de vecinos, Anna Pons, entregó la bandera de la población al caixer fadrí, Joans Pons Vidal. La enseña fue trasladada a la parroquia, de donde salió bendecida una nueva bandera, la de la qualcada, ésta de color rojo y con el escudo de Sant Climent. Fue durante la celebración de las completes cuando se produjo otro de los momentos más emocionantes de la jornada, cuando el fabioler hizo sonar una melodía más lenta, de duelo, en recuerdo de nuevo de las víctimas de los atentados.

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