Alfonso, José i Miquel en el centro de jardinería, con su casa de color rojo al fondo | Javier Coll

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Llevan trabajando toda su vida en la tierra que hoy acoge su centro de jardinería , en Maó. José, Miquel y Alfonso Esteve Dalmedo entraron de niños como aparceros y, con trabajo, dedicación y esfuerzo, compraron primero la propiedad y en 1988 crearon Es Ficus. Ahora se jubilan los tres a la vez con 70, 67 y 65 años.

Pepe, el mayor de ellos empezó a trabajar a los 7 años alquilado (como era usual en aquellos tiempos) en un lloc. Cuando sus padres entraron como aparceros en la finca de Francisco Carreras Moysi, tenía 13 y sus hermanos 9 y 6. Fue el 29 de septiembre de 1958 y desde entonces su vida se ha desarrollado allí entre verduras, flores y plantas.


Flores

Al principio era un trabajo casi de supervivencia. Cuentan los hermanos que tenían dos o tres vacas y la venta de la leche y de algún ternero eran prácticamente los únicos beneficios.

José casi no pudo ir a la escuela, Miquel fue solo un año y Alfonso fue el único que tuvo formación escolar con otros niños. Sin embargo, aprovechaban los veranos para ir a clase con Toni Mascaró, un maestro de Alaior que vivía en Maó y que les enseñó a leer y escribir y las operaciones matemáticas básicas que luego les fueron necesarias para su futuro negocio.

«Solo nos enseñaron lo justo para poder tirar adelante. Nada de aprender sobre la luna o los planetas... sino lo más directo y útil», dice Miquel.

Los hermanos crecieron trabajando con sus padres como aparceros hasta que en 1974, el propietario, don Pancho, les ofreció comprar la finca, ubicada junto al Cementerio de Maó. Vendiendo un piso que habían adquirido y con algún crédito pudieron pagar entre ocho y nueve millones de pesetas y se hicieron con la propiedad.

Su madre vendía la producción en el mercado de Maó. Más tarde ofrecían sus productos directamente a algunos comercios de alimentación e iban también a vender a Alaior y Ciutadella.

La señora Dalmedo cultivaba flores, crisantemos, dalias y otras variedades, que tenían mucha salida en el mes de octubre antes de la fiesta de Todos los Santos. La familia se dio cuenta de que como negocio las flores eran mucho más rentables que las lechugas o las patatas y decidieron dedicarse a su producción. De hecho, los Esteve aseguran que fueron pioneros en la Isla el cultivo de claveles y flores para la venta.

Primero las ofrecían a las tiendas hasta que en 1988 decidieron que en lugar de salir ellos podían venderlas directamente a los clientes y crearon el centro de jardinería Es Ficus.

Allí han estado hasta ahora cuando ya la edad empieza a pesar. Los dos mayores han tenido que esperar a que el peque, Alfonso, cumpla los 65 años para poder retirarse ellos. Continuarán siendo los propietarios pero ya no se ocuparán de la gestión directa como hasta ahora.

José afirma que ahora podrá dedicarse más a los bailes de salón que le apasionan; Miquel admite que necesitará seguir plantando aunque esté jubilado; Alfonso dice que tiene mil cosas para hacer aunque sus dos hermanos dudan de que sepa separarse del mostrador al que siempre ha estado pegado.

«Lo peor que hemos hecho ha sido volvernos viejos», afirman sonrientes los Esteve Dalmedo.