El porcentaje de familias que optan por incinerar a sus fallecidos ronda el 40 por ciento en Menorca. Un 5 por ciento más respecto al año pasado, según el representante de la concesionaria del crematorio de Maó, Pedro Gomila. Su funeraria recibe entre dos y tres difuntos más por semana desde que empezó a ofrecer dicho servicio en febrero de 2015, cuando se puso en funcionamiento el horno crematorio del municipio.
La demanda progresiva de la incineración no se debe a razones económicas, pues el coste completo, incluyendo tanatorio, ataúd, funeral y transporte, ronda una cifra similar a la del entierro tradicional. Aunque a la larga la inhumación salga más cara al tener que renovar la concesión del nicho, la preferencia por la cremación se debe más «a un cambio de mentalidad, es una tendencia que se registra desde los últimos años», explica Gomila. Una idea que comparte Joan Salord, concejal de Servicios Urbanos de Ciutadella, que gestiona el servicio en dicha localidad. Si bien afirma que los creyentes católicos suelen elegir el entierro a la hora de despedirse de sus seres queridos, «la incineración es cada vez una opción más demandada» en general. La tendencia es común en toda España, donde se solicita la cremación para el 36 por ciento de los difuntos y en 2026 la patronal del sector funerario (Panasef) estima que será la opción escogida en seis casos de cada diez.
Coste
El precio de los servicios funerarios varía dependiendo del lugar donde uno muera: en Menorca se pagan alrededor de 2.200 euros, una cifra económica en comparación con las grandes ciudades como Barcelona y Madrid, donde el precio medio de un entierro o incineración es de 3.500 euros, algo que critica la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) en un informe de 2013, pues la cifra dobla lo que costaba diez años atrás y los ciudadanos pagan sin apenas posibilidad de elección, dada la escasa competencia en el sector y su falta de transparencia.
5 comentarios
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Por mucho que los familiares quieran (y deban) respetar la voluntad del fallecido, ello no les será posible y por tanto no podrá cumplirse su voluntad, si es contrario a la ley. Por lo tanto el finado, deberia haber conocido la legislación antes de decidir lo que queria que se hiciera con sus restos una vez fallecido.
Lo que es una vergüenza, es que te salga tan caro morirte. Aparte de irte al otro barrio, les dejas a tus familiares un tufo económico que es de escándalo. Para mi, que no tengo mucha fe, que hagan lo que salga más barato, que aprovechen lo que puedan para donarlo y con el resto .....
Curiós comportament social que condueix a que emetem CO2 fins i tot en el darrer acte de la nostra existència material. Ni després de morts tornem res útil a la biosfera, després de 60-80 anys de depredar i explotar el nostre entorn per alimentar-nos i satisfent les nostres necessitats i capricis. I encara que no s’incineri, fins i tot en el darrer acte ens carreguem un arbre per fer la caixa i un tros de marbre per fer la làpida en un afan de ser recordats (per qui? per què?). En diriem la insostenibilitat de la mort. Per sort no totes les cultures fan el mateix.
... pues no, no son las familias las que eligen... la mayoría de las veces, la familia simplemente cumple la voluntad del finado, porque la persona es dueña y señora de sí misma, y antes de morir puede y debe dejar dicho qué y cómo hacerlo con sus restos... y me congratulo que cada vez más se opte por una opción logica, práctica y funcional, aunque alejada de los deseos de cierta confesión religiosa, a la que cada vez hacemos menos caso... afortunadamente...
Pero deben depositar las cenizas en el cementerio, en una iglesia o en un lugar Santo. No se pueden tirar al mar ni debajo de un árbol y mucho menos dejarlas dentro de un armario en tu casa.