La jueza balear conoció en primera persona las inquietudes de los reclusos de Menorca. | Gemma Andreu

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La ausencia de médico en la prisión de Menorca condiciona el día a día del centro de reclusión incidiendo directamente en los aproximadamente 65 internos que la ocupan a día de hoy. Esta carencia que se mantiene desde el pasado mes de junio ocupó buena parte de las quejas que trasladaron los reclusos a la jueza de Vigilancia Penitenciaria de Balears, María del Carmen González Miró, el pasado viernes en su primera visita a la cárcel menorquina.

Sin médico, las sanciones de régimen interno que se imponen a los presos no pueden cumplirse porque el facultativo es quien debe aprobar que el recluso está en condiciones de hacerla, por ejemplo, para estar en aislamiento durante un periodo determinado tras haber cometido cualquier hecho merecedor de castigo. Al no poder cumplirla, la sanción continúa en el expediente del interno, no se cancela, sino que queda como pendiente, lo que le impide solicitar permisos de salida o cualquier otro beneficio penitenciario.

Por otro lado, el menú que se sirve a los penados lo elabora el cocinero junto al funcionario de cocina, pero la dieta no es supervisada por el médico para ajustarla a los estándares de calidad y equilibrio dietético.

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Los presos se quejaron a la jueza de la escasa variedad de alimentos que les sirven. Funcionarios de prisión señalan que los presupuestos son ajustados. La prisión recibe entre 4,5 y 4,7 euros por preso y día (desayuno, comida y cena)lo que repercute en los proveedores que traen el género a la prisión. En otras cárceles más pobladas, en tanto que los pedidos son mucho mayores, los mismos proveedores pueden ofrecer precios más bajos, lo que redunda en que los menús sean más variados y equilibrados.

Como consecuencia principal de la falta de médico está que los presos que lo necesitan son atendidos de forma telemática un par de días a la semana a través del ordenador por un médico de otra prisión, pero no siempre la comunicación es fluida. Cuando la situación lo requiere, el interno tiene que ser conducido al Hospital Mateu Orfila por una patrulla de la Policía Nacional con el gasto de personal y tiempo que supone salir y entrar del centro.

A la falta de facultativo –a esta prisión le corresponderían dos pero no tiene ninguno– se suma la de otra trabajadora social, plaza que sigue sin cubrirse. Se trata de otra ausencia importante porque solo hay una al frente de las cuentas bancarias, pensiones y otros servicios de los reclusos. Cada tres meses se convoca la plaza pero nadie se interesa por ella.

Lo mismo sucede con la reclamada figura del médico. En julio se interesó una doctora y en septiembre un médico, pero en ambos casos desistieron cuando comprobaron el precio de los alquileres en la Isla.

Los reclusos pidieron a la juez más salidas programadas

La jueza de Vigilancia Penitenciaria de Balears se entrevistó individualmente con una decena de reclusos en su visita a la prisión menorquina. La mayoría de ellos coincidieron, además de en la gravedad que supone la falta de médico, como ya denunció la directora en la última celebración de la patrona y también los funcionarios, en quejarse por la poca variedad de los alimentos diarios. También incidieron en que se hacen muy pocas salidas programadas, lo que se relaciona con su elevado coste y la falta de un presupuesto más holgado para hacerlas. No hubo quejas, en general, por el funcionamiento del centro ni la interacción con los funcionarios, pero sí por la tardanza en ser recibidos por el equipo técnico de la prisión en sus demandas y en la dificultad para obtener permisos.