Una ambulancia del 061 y dos vehículos de la Policía Local, en la puerta de la nave, en la madrugada del 19 de junio, donde se produjo el fallecimiento de Elizabeth. | R.S.

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Elizabeth Pimentel Montilla murió en la madrugada del pasado 18 de junio en un jacuzzi de plástico instalado en una nave del Polígono Industrial de Ciutadella, como consecuencia de la fatal mezcla de drogas y alcohol que consumió junto a su marido en las horas previas al óbito.

Los resultados de los análisis toxicológicos practicados a la mujer venezolana, de 36 años, demostraron que en su sangre coincidieron 1,71 gramos de alcohol por litro, además de 0,44 gramos de MDMA, comúnmente conocida como cristal. Se trata de una mezcla harto peligrosa que, efectivamente, pudo provocarle una parada cardiaca después de la noche de excesos junto a su marido por la ingesta de sustancias a la que siguió la práctica de relaciones sexuales. Tras ese colapso en su corazón, la mujer habría muerto ahogada en el agua del jacuzzi, pese a que solo tenía una profundidad de entre 40 y 50 centímetros, sin que su marido se diera cuenta puesto que ambos se habían quedado dormidos.

El cuerpo de Pimentel Montilla no presentó ningún signo de violencia, tampoco una vez realizada la autopsia.

La elevadísima presencia de alcohol en su sangre y la mezcla con una droga que afecta al sistema nervioso y provoca el aumento del ritmo cardiaco, la presión sanguínea y de la temperatura corporal, explicarían el trágico suceso y eliminarían las sospechas que llegaron a centrarse sobre el marido de la fallecida después de las primeras declaraciones un tanto confusas que realizó ante la Policía Nacional, que investigó el caso.

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El hombre, también venezolano de 39 años residente en Ciutadella, explicó que encontró a su mujer ya inerte cuando despertó y la sacó del jacuzzi tras llamar a una amiga que se encontraba en otro cuarto de la misma nave donde residían habitualmente.

El pasado del marido, quien había sido detenido en Barcelona en noviembre de 2015 por una orden internacional ya que estaba acusado por la justicia venezolana de homicidio y violencia sexual a la que había sido su novia cuando apareció muerta en diciembre de 2009, incrementaron las dudas sobre la extraña muerte de Elizabeth Pimentel. La familia de la mujer también llegó a pedir una segunda autopsia privada y deslizó sospechas en torno al marido que, a la vista del resultado de los análisis toxicológicos, no han tenido más recorrido.

Finalmente, tras su detención en Barcelona, la justicia española decidió no extraditarle a Venezuela por falta de pruebas y quedó en libertad por lo que pudo continuar en España sin ser juzgado en su país.

El hombre ha prestado declaración ante la Policía y el Juzgado de Ciutadella en más de una ocasión sin llegar a ser imputado. Dedicado a la venta ambulante en playas de Ciutadella, este verano la Policía Local no le ha visto ejercer esta actividad tras el trágico suceso.