Yanes, en su apartamento de Punta Prima, con una bufanda del CD Tenerife. | JCY

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Segundo jefe de cocina del Insotel Sant Lluís de Punta Prima, Juan Carlos Yanes Paniagua, de Tenerife, había cambiado de archipiélago hace 16 años, los últimos cuatro ya como residente fijo en la misma urbanización para dar estabilidad escolar a sus dos hijos de 7 y 9 años y a su esposa que trabaja en el mismo hotel. Sin embargo la odisea que ha tenido que pasar para idear y ejecutar el plan perfecto que le ha permitido recuperar su casa de Tenerife, alquilada a una inquilina morosa, le ha hecho tomar la decisión de regresar a Canarias con su familia cuando acabe la próxima temporada. «Aunque somos felices en Menorca no quiero volver a alquilar mi casa nunca más», indica a «Es Diari».

Este cocinero de 44 años, que jamás ha tenido un problema con su casero de Punta Prima, se ha visto obligado a «okupar» su propia casa para desalojar a la mujer que llevaba un año sin pagarle el alquiler de 540 euros ni los gastos. No solo eso, sino que realquilaba tres habitaciones de la casa adosada en el pueblo de Granadilla de Abona, al sur de Tenerife, y se anunciaba en la misma dirección como masajista tántrica y erótica, «y eso sí que ya ha sido insoportable al ver la dirección de mi casa en anuncios de masajes con final feliz», dice.

«Todo ha sido surrealista pero con la ayuda de mi familia ahora vuelvo a tener mi casa», relata Juan Carlos desde Tenerife. Tras dejar de responder a sus mensajes por los impagos, la mujer hizo caso omiso al laudo, con efectos de sentencia firme que le obligaba a abandonar la casa, determinado por un mediador de la Asociación Europea de Mediación y Arbitraje, a la que recurrió el propietario como contemplaba el contrato.

Hipoteca, alquiler de 600 euros en el apartamento de Punta Prima en el que reside, más los gastos impagados de la vivienda de Tenerife, Yanes decidió poner fin al agravio e ideó un plan para «okupar» su casa sin emplear fuerza porque, dice, va contra sus principios.

Sabedor de que la mujer realquilaba habitaciones -incluso había convertido el garaje en un cuarto más-, el tío de Juan Carlos simuló ser un trabajador recién llegado a Tenerife que buscaba una habitación para hospedarse. Merodeó por la casa, vio salir a una de las realquiladas que le puso en contacto con la falsa propietaria. Quedó con ella y logró que le rentara una habitación de la casa previo pago de 300 euros. El plan marchaba según lo previsto. El supuesto inquilino se instaló en el cuarto y convivió en los espacios comunes con una pareja italiana y una mujer alemana alojados en las otras habitaciones. «Mi inquilina, al parecer, ni siquiera vivía en mi casa, la había convertido en su negocio realquilándola y para dar masajes», explica.

Solo un día después el plan quedó ejecutado. Juan Carlos voló de Menorca a Tenerife y, junto a su hermano, Rayco, aguardaron fuera de la casa a que su tío les dijera que podían entrar porque no había nadie en ella. El hermano había practicado previamente cómo cambiar una cerradura y sustituyó la existente por una nueva en pocos minutos.

Un rato después llegó la inquilina, Mara Gámez, quien puso el grito en el cielo diciendo que había sido desahuciada. Llamó a la Guardia Civil argumentando que había dejado de pagar la renta porque se había gastado 20.000 euros en arreglar la azotea. Los agentes se personaron en la casa más tarde pero tras escuchar la versión documentada de Juan Carlos, concluyeron que no podían echar de la casa a su auténtico propietario.