Cruz Roja y técnicos sanitarios del 061 atendieron a los heridos y los trasladaron al Hospital Mateu Orfila | Isaac Pons de Rosa

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El grave incidente que provocó ocho heridos, uno de ellos muy grave, el jueves en las fiestas de la Mare de Déu de Gràcia de este año, en Maó, tuvo su origen en la carrera desbocada de dos caballos que recorrieron casi 800 metros, comprendidos entre la calle Ciutadella, casi a la altura de Cronista Riudavets, hasta más allá del Pont de Sant Roc.

Un caballo, «Chayanne», propiedad de Lluc Gomila, experto jinete de Ferreries, huyó de su cuidador cuando éste le retiraba los aparejos en una cochera situada en ese enclave próximo a la entrada de Maó. Al parecer, saltó hacia atrás e inició la huida asustando a otro caballo, «Zoclo», montado por su dueña, Martina Llambías, que caminaba hacia la salida de la ciudad pero se había detenido un instante para esperar a sus padres que iban a pie tras ella.

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«Yo giré mi caballo hacia mis padres para esperarles, en dirección a Maó, y fue cuando vi como el otro caballo salía de la cochera, solo con la silla y el pitral, y se dirigía hacia mi; el mío se asustó y emprendió el galope aunque traté de sujetarlo pero después viendo que el otro nos perseguía con la boca abierta para mordernos ya no paré», narra Martina, de 16 años, amazona desde que comenzara a montar a los 9.

Ya en la calle S'Arraval «yo iba gritando a la gente que se apartara, y cuando pasamos el Puente de Sant Roc vi a dos chicas cogidas de la mano, les grité pero ya no hubo tiempo» y el caballo pasó en medio de ellas y las arrolló. Con ese golpe el animal se desequilibró y cayeron él y su dueña. La joven alaiorense sufrió policontusiones y rozaduras en la espalda. En ese largo trayecto de casi 800 metros, los dos caballos desbocados hirieron a otras seis personas.

«Chayanne», el caballo que provocó la estampida del otro, tiene 16 años. Es un equino de mucho nivel, con años de experiencia en concursos y fiestas, lo mismo que su propietario. Los dos caixers que montaron los dos caballos desbocados en estas fiestas, Bruno Serra, y Carolina Valverde, consternados, se enteraron de lo sucedido cuando se dirigían a la beguda junto al resto de caixers.