Francisco Marqués, abogado: «La mediación será un coste añadido y alargará todavía más los procesos»

El letrado ciutadellenc recuerda que se hace desde 2012 pero aquí no ha arraigado

Francisco Marqués, crítico con la nueva ley de mediación.

TW
2

El sistema de mediación en asuntos civiles y mercantiles ya existía con la ley 5/2012, pero en Menorca no ha tenido arraigo, explica el abogado ciutadellenc, Francisco Marqués Pons, crítico con la nueva legislación, «porque no resulta eficaz». Tanto es así, añade, que ni siquiera existen oficinas de mediación como sí las hay en las otras islas.

En su opinión, la obligatoriedad de acudir a la mediación antes de ir al juzgado supone «una imposición por la fuerza y eso no puede ser bueno». El letrado de larga experiencia en asuntos institucionales de la Isla, entre otros, considera «ridículo» que una persona cualquiera pueda obtener el título de mediador realizando un curso de 100 horas en línea.

La mediación, de cualquier forma, «lo que va a suponer será un coste añadido que acabará alargando el proceso, y además, nadie puede impedir acudir al juzgado».

Desconocimiento en el gremio

A escasos días de la puesta en práctica de la ley promulgada el pasado mes de enero, Marqués observa que hay mucho desconocimiento en el gremio y un interés menor «porque nadie sabe cómo ni dónde se va a implantar».

Los denominados MASC (medios adecuados de solución de conflictos) para descongestionar el sistema judicial, implica que la justicia se va a dirimir de puertas afuera de los juzgados. Marqués, que posee el título de mediador, advierte que los cinco años de la carrera de Derecho y los lustros de experiencia en tribunales «ahora valen 100 euros para que alguna pseudo escuela te dé un carné de mediador, conciliador o solucionador».

En un artículo remitido a este diario, el experimentado letrado señalaba que con esta ley la justicia ha claudicado definitivamente «a la sinrazón y al más puro pragmatismo». Cuestiona que esta norma priva del derecho a la tutela judicial efectiva «para que no vayamos a molestar al juzgado porque todo es según el color del cristal con que se mira». Se trata, en suma, de la pérdida de la profesionalidad, el rigor procesal del abogado para presentar demandas y pedir la aplicación adecuada de la ley, indica, cuando se ha producido un conflicto inevitable.

Ahora puede ganar quien más grite o tenga menos vergüenza, «pero además se le revestirá de autoridad moral para que siga en sus trece», obviando el trabajo de un juez, «un señor con estudios, sacrificio personal, aplicación en el trabajo y aura de imparcialidad... ahora ya ni eso».

Para Marqués la mediación, conciliación o amigable componenda permite desconocer la ley y el derecho a quienes «no han sabido redactar una demanda en su vida o han pasado por las aulas sin tocar un libro».

Concluye el abogado que «la mediación es y ha sido un fracaso, que los ciudadanos quieren justicia y no sucedáneos alternativos que han fracasado siempre. Es el inconfesable fin de la justicia».