Una tesis doctoral que ha obtenido la calificación de sobresaliente cum laude en la que pone de relieve el papel, fundamental y decisivo, que desempeñó Menorca al liderar el proceso autonómico de Balears, a partir del Pacte del Toro, promovido por la UCD menorquina, con personajes señeros como Francisco Tutzó, Mateu Seguí y Guillermo de Olives.
Sánchez alude al «protagonismo de los partidos de izquierda en Menorca antes y tras la muerte de Franco», sobre todo el PCE, pero no obtuvo reflejo en los resultados de las primeras elecciones generales, celebradas el 15 de junio de 1977, cuando gana la UCD de Adolfo Suárez. Analiza la profesora como «se fueron formando las élites políticas de Menorca según su propia idiosincrasia».
La trayectoria de Menorca en el posfranquismo, detalla Sánchez, difirió por mucho del que se vivió «en Mallorca y Eivissa» a causa de nuestro «propio recorrido histórico, económico, político y cultural». En ese orden, la historiadora subraya la «configuración del centro moderado, con su peculiar resurgir en el seno del Ateneu, con personas con inquietudes de cambio tras la dictadura y sin conexiones con el aparato administrativo franquista», como otro elemento capital en la transición española a nivel local y balear.
Un clima de ansia de cambio y de libertad que culminó en el Pacte del Toro, en julio de 1977, convocado por quien fue primer senador de la Isla, Guillermo de Olives. Un acuerdo que suscribieron la totalidad de fuerzas políticas insulares –legalizadas o no– y que fijó la hoja de ruta del futuro político de Menorca y de Balears después de la muerte de Franco.
Sánchez subraya el deseo de los menorquines para contar con una institución propia, que será el Consell insular, para lo que impulsa la supresión de la Diputación Provincial de Balears. «Pero ya en tiempos de la II República, o previamente, en 1912 con el doctor Llansó», refiere Sánchez, ocurrieron episodios que delatan el afán «regionalista», que «no nacionalista» existente en la Isla hace más de un siglo.
Anhelo
«La preautonomía balear nace del viejo anhelo de los menorquines para obtener la autonomía administrativa», abunda la autora de la tesis sobre la transición en la Isla.
Sánchez pone en valor «la rapidez» con la que se manejó la clase política local para evitar que Mallorca «se hiciera con todo», y el mérito, a pesar de las diferentes y en ciertos casos opuestas ideologías que se amalgamaban en el Pacte del Toro al «saber definir un plan conjunto y consensuar el modelo a seguir».
«Y lo resolvieron en un día, ya que a las 24 horas, Josep Maria Quintana y Guillermo de Olives estaban en Palma para transmitir la reivindicación menorquina, con la consiguiente creación de la Assemblea Autonòmica de Menorca», prosigue Sánchez.
Sobre el origen de ese sentimiento reivindicativo menorquín, lo sitúa en todo su recorrido cronológico e histórico, en una aspiración expresada en varias ocasiones, tanto por el doctor Llansó como en la Segunda República, cuando Menorca frustra el Estatut d’Autonomia en desacuerdo con las pretensiones que se querían imponer desde Mallorca.
Pero, añade, «no habría sido lógico que el nuevo formato administrativo promovido a partir de junio de 1977, germen de la actual arquitectura institucional de Balears, con los consells insulars que nacen como entes de administración local y se transforman en instituciones autonómicas, hubiese unido Catalunya y Balears, o Catalunya y Menorca en una sola comunidad autónoma, puesto que cada territorio tiene sus particularidades, historia, tradición y trayectoria».
«La catalanidad de Menorca la promovió la izquierda progresista antifranquista, por influencia del PSUC catalán, pero la socialdemocracia menorquina liderada por Mateu Seguí, que se integra en la UCD insular, no defendía este planteamiento, ni tampoco la izquierda moderada. No lo apoya ninguno de los dos PSOE, el histórico y el renovado, que concurren por separado a las elecciones de junio de 1977 y que después se fusionarán en el PSOE encabezado por Felipe.
Catalunya, junto con el País Vasco, Galicia y Aragón, fueron referencia para Menorca, sobre todo para UCD, que quiso alinearse con aquellas comunidades de la península para que Balears no quedara descolgada del proceso autonómico en España.
Y en el momento de intentar comprender el histórico predominio de la izquierda en el levante insular y de la derecha en el poniente, Beatriz Sánchez tiene claro que «Maó y Es Castell fueron núcleos industriales, con más contacto con el movimiento obrero y las nuevas ideas, y en Ciutadella había más peso del sector agrícola-ganadero. De hecho, los autónomos y los payeses, gente más tradicional, eran básicamente quiénes en la Isla respaldaban a la derecha».
La tesis doctoral también analiza el papel del Moviment Socialista de Menorca, que en 1977 se fusiona con el Moviment Federalista de Menorca y da lugar a la fundación del Partit Socialista de Menorca (PSM), formación que nunca contó con la consideración del PSOE, «hasta que en las elecciones del 83, las primeras autonómicas, el PSM, junto con el Agrupament d’Esquerres de Joan F. López Casasnovas captó al votante del PSOE más regionalista y obtuvo dos consellers, con lo que el PSOE, para formar gobierno con Tirso Pons en el Consell de Menorca, tuvo que contar con ellos», concluye Beatriz Sánchez.
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