Unos años atrás la forma habitual de despedir a un difunto era darle sepultura, pero la cremación empezó a ser el método más demandado en las funerarias, sobre todo por personas de menor edad, y ahora está ganando ya la partida al entierro tradicional. En Maó este año, con datos cerrados la semana pasada, ha habido 83 enterramientos y 230 incineraciones, lo que implica que casi el triple de los procesos para eliminar los cuerpos de los finados se ha hecho mediante la incineración, el 73,5 por ciento, frente al 26,5 por ciento restante que opta por ser enterrado en una tumba o un nicho. Si se tiene en cuenta que faltan más de dos meses para concluir 2024, es probable que se alcancen o superen las cifras de 2023, cuando hubo 94 enterramientos y 253 incineraciones.
Hace tres años, en 2021, ese porcentaje de cremaciones en Maó estaba en torno al 50 por ciento de los servicios. La tendencia al alza de la incineración es imparable, tanto como el cambio social que supone y los efectos urbanísticos colaterales: hay cementerios que ya no necesitan expandirse, si acaso, habilitar más columbarios, las pequeñas estructuras funerarias diseñadas para albergar las urnas cinerarias, que contienen las cenizas de los seres queridos que han fallecido.
«Es la propia persona la que elige, en vida, el sistema, ya pocos quieren un nicho por el que luego tendrán que pagar tasas cada año», explica Pedro Gomila, gerente de la empresa Funeraria Gomila, un negocio familiar que va por la tercera generación. «Creen que es mejor así para los que quedan», afirma. Tanto el velatorio como el sepelio y el funeral se pueden celebrar igual, se haya escogido la inhumación como la incineración.
En Maó funciona un horno para la cremación de cadáveres y en el mismo pueden realizarse hasta tres incineraciones diarias –con los tiempos de reposo necesarios–, ya que funciona mañana y tarde. Los difuntos no solo llegan desde el propio municipio y sus pedanías sino también de los pueblos colindantes como Es Castell y Sant Lluís, así como algunos también de Alaior –este municipio promueve la construcción de un tanatorio y su propio horno incinerador–, e incluso de Ferreries.
Esto sucede porque el horario es más amplio que el del horno de Ciutadella, donde la gestión es directa por parte del Ayuntamiento y solo se practica una incineración al día, por las mañanas, ya que por las tardes funciona puntualmente, en ocasiones excepcionales. Tampoco se realizan incineraciones los sábados, y eso explica que en el municipio de Ponent la cifras sean más bajas, aunque también con un incremento de las incineraciones. Desde el Consistorio informan de que en 2023 hubo 127 inhumaciones y de estas 110 fueron incineraciones, y hasta julio de 2024 se contabilizan 57 inhumaciones y de estas, 45 cremaciones.
Precios
Morir es un proceso natural gratuito pero los servicios funerarios no lo son. Con el ataúd más básico y barato, sin ningún servicio más, la incineración cuesta 2.000 euros y si a eso se le añaden el velatorio y otras exequias, el precio sube a unos 2.800 euros. La sepultura, si se cuenta con una tumba o nicho en propiedad, sale ligeramente más económica, 2.100 con velatorio en el tanatorio y otros servicios, porque se ahorra en la incineración, pero a la larga, si se tiene que pagar una tasa por el espacio en el cementerio, es más cara. No obstante, los servicios funerarios en Menorca no son de los más caros, en Palma superan los 5.000 euros y en Barcelona pueden costar entre 6.000 y 8.000, afirman desde el sector en la isla.
Las claves
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Columbarios
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2023
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2.000 € mínimo
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