El bus de Favàritx, en una imagen de archivo. | Josep Bagur Gomila

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La ruta de autobús Maó-Favàritx-Maó ha transportado este verano 6.173 usuarios. Son 821 más que la temporada anterior, eso sí, con 32 días más de servicio. Esto sitúa la media de billetes vendidos en unos 40 diarios, casi a la par con los 43 que habían vendido el año pasado, cuando trasladaron a 5.352 personas.

La principal novedad de este año en este trazado era la ampliación de un mes del servicio. Si en 2023 estuvo activo del 1 de junio al 30 de septiembre, en esta ocasión empezó el 15 de mayo y se prolongó hasta el 15 de octubre, teniendo en cuenta que, entre junio y agosto, ha habido tres frecuencias por la mañana, y tres por la tarde, con vehículos de 33 o 37 plazas

Esto ha permitido, según exponía ayer Míriam Sarmiento, la gerente de Autos Fornells, adjudicataria del servicio, «atender la demanda que teníamos de usuarios que recorren el Camí de Cavalls», especialmente en los meses del principio y del final de la temporada turística. «Es algo que nos pedían y estamos contentos» con la demanda que ha habido por parte del colectivo senderista, que toma estas paradas como referencia para recorrer parte del litoral de Tramuntana.

Desde la empresa afirman que «nos gustaría mantener este calendario», para continuar ofreciendo el servicio a públicos diversos, tanto el de playa, sobre todo en julio y agosto, como el senderista o los visitantes al faro y al entorno de Favàritx, más repartido en los meses previos y posteriores.

Tramos

El principal incremento de pasajeros ha sido en los trayectos de ida y vuelta entre Maó y el faro de Favàritx. Han sido 2.795 este verano, por los 2.046 del año pasado.

Esta línea tiene dos paradas intermedias, la primera, en el parking (al que se puede llegar en coche) cercano a las antiguas baterías militares, y la segunda, junto al acceso al Camí de Cavalls (hacia las calas de Presili y Tortuga). De este modo, el número de usuarios que han tomado el autobús para estas distancias más cortas ha aumentado relativamente, pasando de los 3.306 que lo utilizaron en 2023, a los 3.378 que lo han hecho este verano.

Licitación

La adjudicación de este servicio viene prorrogándose desde 2018 y, según les consta a las adjudicatarias, el Consell tiene que sacar de nuevo a licitación el contrato. Sin embargo, «parece que en 2025 todavía no se licitará y mientras tanto realizaremos nosotros el servicio», concluye Míriam Sarmiento.

El apunte

Una campaña similar en las líneas de las calas de Ciutadella

A falta de cerrar los datos relativos al servicio que Autocares Torres realiza en Ciutadella, su gerente, Catín Torres, prevé cifras «bastante similares a las del año pasado». «En mayo y junio el servicio empezó flojo, el tiempo no fue muy bueno, pero luego fue remontando». De hecho, la inestabilidad meteorológica ha estado más presente de lo habitual y la irrupción de la DANA del 15 de agosto y otra tormenta en septiembre «hicieron anular el servicio tres días».

La ruta de Macarella cesó el 30 de septiembre y las de Cala en Turqueta, Son Saura y La Vall lo hicieron este martes. De todas las líneas, Torres señala que la de Algaiarens es la que tiene menos demanda, quizá por ser la menos mediática. «Hay gente que va a Macarella o Cala en Turqueta y regresa en poco tiempo, van a hacerse la foto y regresan».

Control de accesos

El servicio de bus a las calas vírgenes del sur es complementario al control de accesos por parte del personal de la empresa Eco Verd, de la Fundació de Persones amb Discapacitat.
Desde la concesionaria, Magí Moll, valora de forma positiva esta campaña, que concluyó para ellos el 4 de octubre. Sobre las incidencias que se producen cada año con algunos visitantes, «siempre las hay», sobre todo en julio y agosto, con un perfil de turista «con más estrés». Pero «entiendo que la gente se cabree, se levantan a las 7 para ir a la playa y luego se encuentran el parking lleno».

«En Cala en Turqueta el aparcamiento está siempre lleno» y es donde más temprano se cierra el acceso, a las 8. El de Son Saura es mayor, y aún más lo es el de La Vall, con un total de 400 plazas.

Para Moll, en la costa sur «la clave son los puntos de control en Sant Joan de Missa y Son Vivó, sin estos sería un caos». Además, apunta que la principal dificultad la generan los vehículos y las caravanas, que acceden al atardecer o antes de las 8 de la mañana y aparcan mal, reduciendo el aforo. Sobre la concesión, «ahora ha acabado el contrato, el Consell tiene que licitarlo de nuevo».