Clientes en las terrazas de S’Arravaleta, una de las calles de Maó que recibe agua del depósito de Malbúger | Gemma Andreu

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Desde la Plaça Biosfera hasta el Moll de Llevant en el puerto, pasando por calles tan céntricas y repletas de bares como S’Arravaleta o la Plaça Colón, son numerosos los negocios que están afectados por el anuncio de que en su barrio de Maó el agua no es apta para el consumo. Se enteraron por el aviso lanzado en redes y en los medios de comunicación para la ciudadanía en general, lamentan la falta de información por parte de Hidrobal y el Ayuntamiento.

Muchos de los bares, restaurantes y cafeterías consultados para elaborar este artículo tienen instalados sus propios filtros especiales, sistemas de osmosis inversa individuales para garantizar que el agua de tés y cafés es potable, pero a algunos empresarios el aviso municipal les ha obligado, de la noche a la mañana, a conectar cafeteras a garrafas y a comprar agua en grandes cantidades para poder seguir con su actividad. Durante parte de agosto y casi todo septiembre han estado utilizando un agua que creían que estaba en buenas condiciones.

«Hasta que vimos el aviso cocinábamos con agua del grifo, pensábamos que era buena, pero ahora estamos usando agua de garrafa para cocinar, hervir ensaladillas o hacer arroces, es una vergüenza», afirma la encargada de un restaurante. Otra empresaria se pregunta «¿quién se hará cargo si alguien se pone malo?, esto me parece fatal». En su cocina también se usaba el agua de la red general para cocinar hasta hace unos días.   

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Algunos restaurantes sin embargo ya no se fiaban, han invertido en equipos y filtros para tratar el agua hace ya tiempo y, en algunos casos, ni siquiera sabían que estaban en una zona teóricamente libre de nitratos gracias a la ETAP (Estación de Tratamiento de Agua Potable) de Malbúger. «No sabíamos que venía de la planta, nadie nos informó, tenemos un filtro para la cafetera y hace tiempo que no servimos agua del grifo», afirma una empleada de un café de la calle Ses Moreres; muchos restauradores no llegaron nunca a depender al cien por ciento del agua procedente de la red de abastecimiento porque «no nos fiábamos mucho», así que instalaron filtros en las cafeteras y utilizaron el agua que suministra Hidrobal para la limpieza general, las máquinas lavavajillas y el lavado de vasos. «Para limpiar sí usamos el agua de la red, para lo demás, garrafas», afirma otro local de la calle Camí des Castell.

«Toda el agua para uso alimenticio pasa por nuestra máquina depuradora desde hace años», asegura el encargado de una cafetería en la Plaça Biosfera, mientras que la de la red se destina a la limpieza. «Nosotros tenemos poca cocina que requiera agua, hacemos más bocatas y fritos, y para la cafetera tenemos un filtro», explica la camarera de otro bar próximo al Cós.

El sábado pasado fue día de hacer acopio de garrafas de agua para aquellos que sí habían confiado en la potabilidad de la red de abastecimiento y se encontraron de pronto con el problema. «Es un lío, hemos tenido que conectar la cafetera a una garrafa, hay que saber hacerlo o llamar a un mecánico, luego tienes que vigilar que no se acabe el agua porque si entra aire en la máquina esta se rompe, es otro problema más», apunta una empresaria de restauración, «no hemos tenido ninguna noticia por parte del Ayuntamiento», se queja.

Los restauradores afrontan este contratiempo con resignación y aprensión hacia el agua que se suministra en el municipio; para uso propio, el de sus plantillas, también utilizan agua embotellada. «No nos fiamos» es la frase que más se repite, si antes ya era así, ahora la desconfianza es mucho mayor.

El apunte

«Hay clientes que piden un vaso de agua y no se creen que no sea apta»

Por ley desde 2022 los clientes de bares y restaurantes tienen derecho a pedir agua gratuita del grifo y muchos, sobre todo turistas de otros países y de la Península, acostumbrados a hacerlo en sus países de origen, lo demandan en Menorca. Esto está representando un problema añadido para algunos restaurantes, cuando se les explica que el agua del grifo no es potable. «A algunos les da igual, otros no se lo creen, y la mayoría piensa que lo que quiero es venderles agua embotellada, es una situación violenta», señala un camarero. Muchos restaurantes optan directamente por servir gratis agua de botella cuando un cliente pide un vaso de agua, pero no son la mayoría.