El inicio de la protesta, en la Plaça de la Catedral, con los asistentes coreando la consigna «Menorca no es ven». | Katerina Pu

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700 personas formaron este martes tarde una cadena humana a lo largo del casco antiguo de Ciutadella, la zona urbana más castigada por la gentrificación turística en la isla, para gritar fuerte y claro que «Menorca no se vende».

Convocados por la plataforma Via Menorca, los manifestantes    esgrimieron pancartas alusivas en catalán, castellano, inglés y francés, y clamaron contra la creciente expansión del alquiler turístico y la compra de viviendas a extranjeros, que encarece extraordinariamente el mercado y expulsa a la población residente. El mismo casco antiguo de Ciutadella ha perdido 600 empadronados desde la pandemia.

Los participantes se congregaron en la Plaça de la Catedral, desde donde tejieron una extensa cadena humana que se extendió por las calles de Cal Bisbe, Sant Sebastià, Sant Miquel, Santa Clara y Ses Voltes, hasta desembocar de nuevo frente a la sede del Consell insular. Un dron tomó desde el aire diversas imágenes aéreas de la protesta.

«Cuando era pequeño mis vecinos eran todos de aquí pero, cuando empezaron a alquilar la casa a turistas, ha sido como lanzar un dado cada vez. Cada uno con sus molestias», comenta Martí. Joan, también residente en el centro, tiene igualmente vecinos extranjeros desde hace cinco años y, asegura, ahora quieren vender sus pisos «por el doble o triple de dinero».

9.000 casas de alquiler ilegal

Son solo dos ejemplos de una tendencia a la que Via Menorca intenta poner freno. «Los instrumentos de regulación, como el PTI, han contribuido a que apenas se construya en la costa pero, aún así -apunta su portavoz, Miquel Camps- cada año crece la llegada de turistas porque están ocupando las casas en las que antes vivía la población residente». Las cifras son claras. Según Via Menorca, hay 6.000 casas en las que se ejerce el alquiler turístico reglado y otras «8 o 9.000 no autorizadas».

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Para combatirlo, Camps pide una labor inspectora «mucho más eficiente» y medidas fiscales para castigar a los propietarios de alto poder adquisitivo que compran viviendas solo con fines especulativos «y se llevan todo el dinero, sin repartirlo entre los menorquines».

«Y eso no es estar en contra del turismo, sino intentar hacer que sea viable», esgrimió Miquel Camps, para quien protestas como la de este martes son «un acto de defensa y estima de nuestros valores e identidad, de nuestra forma de vivir, para pedir que la actividad turística pueda ser compatible con la población residente y no se vea amenazada por la masificación. Hay toda una generación de jóvenes que tiene bloqueado su modelo de vida, sin posibilidad real de comprar una vivienda, montar un negocio o formar una familia. Urge reaccionar».

Apenas unos pocos políticos, entre ellos las tenientes de alcalde Maria Jesús Bagur y Carla Gener, se dejaron ver, unidas en cadena al resto de vecinos para participar de un abrazo que «es la cura para poder preservar un estilo de vida en peligro de extinción». «Estamos extremadamente de moda», leyó en el manifiesto la directora teatral Mari Genestar, mientras en los altavoces sonaban «Son les cales de Menorca» de Los Parranderos, en la voz de Joana Pons.

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«Si nos dejamos llevar por el seguidismo de quienes ostentan el poder turístico, seguiremos recibiendo más visitantes, crecerá aún más la población flotante y proliferará el alquiler turístico ilegal», vaticinó Miquel Camps, convencido de la necesidad de «aplicar medidas que rebajen la burbuja de la masificación que tanto atenta contra los residentes».

Menorca ha pasado en 26 años de soportar un índice máximo de presión humana de 170.000 personas en agosto de 1997 a las 240.000 que se contabilizaron el pasado verano. Además, agregaron los conductores del acto, los estudios en posesión del Consell cifran en un 30 por ciento el exceso de coches que circulan por Menorca en pleno agosto, por lo que «cabe limitar la llegada de vehículos, tal como está haciendo con éxito Formentera y para la que el Consell insular cuenta con las herramientas necesarias para ponerlo en marcha».

La protesta de este martes en Ciutadella es la tercera acción que protagoniza Via Menorca a lo largo del verano. En junio concentró a más de un millar de personas en la plaza Biosfera de Maó y en julio llevó a 250 usuarios a ocupar ordenadamente la playa virgen de Cala en Turqueta antes de la llegada masiva de bañistas. «Habrá más acciones. Via Menorca es un movimiento que está creciendo y que se está dejando oír», dijo Miquel Camps. La Federación de Asociaciones de Vecinos de Menorca y siete entidades vecinales han sido las últimas en adherirse.