Un motorista recorre la carretera general con cientos de coches parados por la tormenta. | Twitter @YagoBofill

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La tormenta que este jueves descargó hasta 200 litros por metro cuadrado en la zona centro de Menorca dejó la Isla incomunicada por carretera. Cientos de coches se vieron atrapados en la carretera general durante horas, sin que fueran advertidos antes de iniciar su marcha de que la vía se encontraba cerrada a su paso por Es Mercadal, donde el torrente se había desbordado.

Uno de los conductores afectados por esta situación, Luis García Alucha, cuenta en una carta remitida a 'Menorca - Es Diari' cómo vivió esta situación. La carretera general estuvo cerrada al tráfico entre las 17 y las 23.30 horas. Por su interés informativo, la reproducimos a continuación.

De Es Mercadal a Nepal

Sí, sí, tal cual. Así me sentí, en mitad de la Me-1, el eje principal, única vía que atraviesa la isla de Este a Oeste, o de Ciutadella a Mahón o viceversa, que no se enfade nadie por el orden de los factores, que este verano está muy calentito.

Parado y bien parado, tras haber sobrepasado Mercadal, un policía urbano con chubasquero de un rampante amarillo me invita a seguir dicho eje dirección Mahón y negándome el acceso al pueblo.

«Continue, continue, no pare, pip, pip , piiiiip…» sin más explicación.

Y tanto que continúo pienso, no deja de diluviar. Mi idea de picar algo en el mítico «Es Molí» se desvanece inmediatamente de mis glándulas salivales al observar inmensos tramos de «piedra seca» (muros de piedra característicos de la isla hechos a mano y que bordean caminos y carreteras) destrozados por la fuerza de la lluvia y el viento.

La siguiente entrada al pueblo más centrado de la isla (en términos de ubicación lo es sin duda, en otros lo desconozco) también se encontraba bloqueada por otro policía que me impulsaba con sus ánimos de día festivo intempestivo rumbo a Mahón de nuevo, sin alternativa posible, más que volver a mi punto de partida, Ciutadella, algo que no me interesaba para nada tras un breve análisis de la situación: Lluvia insistente, rocas por los suelos, urbanos con poca disposición al diálogo… Comencé a observar los laterales de la carretera, los preciosos campos menorquines, se encontraban, cada vez más, a rebosar de agua, incluso en algún tramo llegaba a precipitarse a la famosa general.

Continúo sin más opción, deseando llegar a casa y transitar ese día de agosto lo más rápido posible ya que el día no prometía, y la carretera cada vez se llenaba de más turistas aburridos de un día sin playa, autobuseros algo nerviosos, repartidores de todo tipo de suministros, y resto de personal, que ese día de aviso de Dana, salían a la calle (ente ellos yo) a pesar de las alertas.

En dos minutos de lento y lluvioso transitar, la carretera se bloquea. Avanzamos de lo más lento. Tras media hora hemos recorrido a penas treinta metros. Esto pinta mal, o bien, depende cómo se mire. Dicen que siempre hay una forma positiva de ver las cosas.

Media hora más, treinta metros más.

Sigue pintando muy mal, o muy bien para los entusiastas de planes alternativos (entre ellos yo)

Una hora larga ya. Decido dar media vuelta, retrocedo.

«Hoy no llego a casa a comer, me vuelvo a ver si ya puedo entrar en Es Mercadal y pico alguna cosa»

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En nada la carretera se encuentra bloqueada en esa dirección. Volantazo a la derecha y entro en el espacio dedicado a observar la figura en piedra natural del «Indio», figura que por cierto me fascinaba conseguir observar sin parar el Seat 1430 que mi padre manejaba en aquella solitaria Me-1 de entonces. ¡Qué nostalgia me entra!

Salgo del coche y contemplo el espectáculo. En cinco minutos el bloqueo absoluto, el caos total. Coches parados, en las dos direcciones. Personas caminando por los arcenes hartos de esperar quietos en sus respectivos coches, dejando a su suerte al conductor, conductora de los mismos.

No podían más. Avanzaban soñando que en breve los recogieran deseando acabar la agonía de estar quietos y atrapados en el paraíso transformado en infierno inesperadamente.

Los italianos del coche de alquiler pataleaban y pronunciaban inteligibles frases de desesperación clara, moviendo manos, cabeza, brazos e incluso piernas en claro signo de desesperación.

«El bambino que no tiene agua» decían en un italiano español.

Una mujer en un destartalado coche, obviamente parado, a viva voz informa al personal: «Se ha roto un puente en la carretera de Fornells, la carretera hacia Alaior está inundada y bloqueada, hay que retroceder, no hay paso»

Charlamos los que tenemos la suerte de encontrarnos en el pequeño oasis de paz que es el mirador de la roca indígena. Una mujer despotrica contra los policías, que como a mí, le han enviado dirección Mahón sin saber (entiendo que es así, ya que, si no, si que sería muy mala leche) que la carretera estaba cortada. Un repartidor de cervezas a pleno pulmón suelta. «Vaya panda, si la Dana estaba anunciada hace una semana, vaya ineptos…» una pareja se lo toma mejor, aparca la «Furgo» y comienza a desplegar el kit merienda. Una chica explota: «¿para qué narices me he tenido que ir hoy a Ciutadella con lo agotada que estaba? y ahora, a comerme este marrón»

Otro que iba a buscar a sus padres al aeropuerto dudaba de dar media vuelta e ir por el Camí d´en Kane, el cual alguien apuntaba como la única opción de poder legar a su destino.

Dos horas más tarde conseguía llegar yo al mío. Tras casi seis horas de carretera, absurdas para unos, aunque útiles para mí, que no tenía prisa esa tarde. Útiles ya que me regaló conversaciones interesantes, me permitió ver cómo reaccionamos ante adversidades unos y otros. Pero sobre todo me conectó con uno de los países más pobres del mundo, dónde viví una experiencia similar por lluvias torrenciales. Allí duró algo más, casi dieciséis horas, peo algo en mi interior me removía y me trasladaba a esa situación.

Me encuentro en una de las islas más codiciadas del mundo. De las más exclusivas. Disponemos de un «An Island inside an Island» según «The New York Times», aludiendo a la ubicación de una de las galerías de arte más exclusivas del planeta, Galería que atrae jets privados de todo el mundo. «Crecen» en la isla hoteles de lo más exclusivos con clientela de élite, boutiques hotels de lo más «chic», restaurantes «top», y, sin embargo, en ese instante me digo:

«Sin embargo, en lo básico; no estamos tan lejos de Nepal»

Luis Garcia Alucha

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