Una decena de ejemplares, a mediodía, voloteaban sobre los pinos de la zona | Katerina Pu

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En Ciutadella, los vecinos del Camí de Sa Farola han comprobado como, los últimos meses, se ha desplazado hasta la zona residencial una gran colonia de esplugabous, garcillas bueyeras (Bubulcus ibis). Hay cientos de ejemplares y han construido sus nidos sobre los pinos característicos del lugar, por lo que representan, según denuncian los residentes, un riesgo de insalubridad, así como una molestia por los cantos de tanta cantidad de aves, especialmente al alba y al atardecer.

Desde la Asociación de Vecinos de Sa Farola están haciendo gestiones ante el Ayuntamiento de Ciutadella y también ante el Cofib, el Consorcio para la Recuperación de la Fauna de las Illes Balears, órgano dependiente de la Conselleria de Agricultura, Pesca y Medio Natural. Unos trámites que, por ahora, no han dado solución a la problemática que denuncian, más allá de limpiezas puntuales por parte de los servicios municipales, para eliminar los excrementos que llenan la vía pública. «Es lo único que hemos conseguido», apuntan los vecinos, que permanecen a la espera de la respuesta del Cofib, ente competente en materia de fauna.

Al alba y a la puesta. Tanto al amanecer, como al atardecer, pueden verse cientos de ejemplares sobre los pinos y en las rocas, en la bocana del puerto de Ciutadella. | AV. SA FAROLA

Se agrava el problema

Exponen los afectados que hace años que había esplugabous en la zona rural próxima, «pero se han desplazado    hacia la costa, invadiendo los pinos del Camí de Sa Farola». Algo que no sería un problema, si no fuera por la «insalubridad» que ocasionan. «No solo la carretera está llena de excrementos, las parets seques, los muros de las casas, las terrazas y los jardines se llenan a cada momento, es desesperante», critican. «Provoca malos olores, a veces caen huevos al suelo, podridos, huele fatal, es una cuestión de salubridad».

Aparte de la suciedad por las deposiciones y también una cantidad ingente de plumas, las garcillas provocan molestias por ruidos. «Es horroroso», aseguran.    «A las 5 de la mañana se ponen a cantar y es tal el ruido que es imposible tener una ventana abierta», apunta una afectada, que puede observar a diario a decenas y decenas de ejemplares posados sobre los árboles y en las rocas. «Hay maleza y arbustos que debería retirarse, pero lleva años ahí y son un reclamo para las aves».

«En el Ayuntamiento nos dicen que no pueden hacer nada, han consultado con el Cofib y parece ser que son aves protegidas y que están en su hábitat natural». Pero, insisten desde la entidad vecinal, «no puede ser que los animales tengan más derechos que las personas», de ahí que reclamen medidas. «No puede ser que nos consideren zona urbana para pagar el IBI, y zona rural para esto». Con todo, «no pedimos una solución drástica, pero seguro que existen herramientas, emisores de ultrasonidos o algo, para intentar desplazar de nuevo esta colonia», solicitan los vecinos.

Los muros de las fincas, así como las terrazas y jardines, están llenas de excrementos.

Según recoge la Societat Ornitològica de Menorca en su catálogo de especies, el esplugabous es una ave de la familia Ardeidae de plumaje blanco y pico amarillo. Es común en todo el mundo y en Menorca es nidificante desde 2006, cuando una veintena de parejas se instaló en un pinar de Ciutadella. Al año siguiente la población se había doblado y en 2017 se contabilizaron al menos 156 parejas. En 2020, por molestias humanas, se trasladó una colonia a una zona peri urbana de Ciutadella.