Catalina Pons se dedica a diario a elaborar queso y dar de comer al ganado. | Katerina Pu

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Faltan solo dos meses para Sant Joan. ¿Cómo cambian sus rutinas en el ‘lloc'?

—Siempre hay alguien de la familia a caballo. Este año saldrán tres hijos y su padre. Todos menos el mayor.

Su marido, Siscu Bosch, ya fue caixer pagès.

—Sí, salió en el bienio 1998-99. Era la primera vez y, desde entonces, casi no ha fallado. Recordamos mucho aquel bienio. Pasó el tren y nos subimos, pero ahora lo disfrutaríamos más, porque acabábamos de ser padres. Tuvimos la suerte de compartirlo con familiares y amigos, pero no volveremos a a vivirlo, a no ser que el campo se quede sin payeses.

O no haya sacerdotes para salir de Capellana.

—No creo que lo veamos, pero podría pasar. Quedan pocos sacerdotes jóvenes. Como los caixers senyors. Puede que con el tiempo se permita también salir a los hijos de ellas.

¿Y llegaremos a ver mujeres en la ‘qualcada'?

—Por ahora, no lo veo. Solo lo pide gente del pueblo. Y eso lo debemos decidir nosotras, las mujeres payesas.

¿Sufre por su familia?

—Sí. Vivo las fiestas con mucha emoción e ilusión, pero también con preocupación. Temo que pueda ocurrirles algo.

Al menos ahora las fiestas son más seguras.

—Así es, pero estoy totalmente en contra de que no podamos entrar en Es Pla o Es Born. Comprendo que no caben todos, pero la gente de Ciutadella debe poder estar en todos los caragols.