Juan Manuel Lafuente en su despacho de la Conselleria del Mar.

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El abogado que presidió el PP de Menorca durante nueve años, de 1999 a 2008, tiene en sus manos una de las consellerias estrella del nuevo ejecutivo de Marga Prohens. Juan Manuel Lafuente Mir (Maó, 1963) vuelve al Govern, del que ya formó parte con los gobiernos de Matas y de Bauzá, para mejorar la gestión del ciclo del agua y los puertos y ejercer la nueva competencia de Costas con el fin de resolver las concesiones de uso en el litoral.

¿Arranca con medios suficientes?

—No. Nos hemos encontrado con un volumen de tramitación de expedientes tan alto que estamos saturados. Tener el litoral ordenado y en buenas condiciones es muy importante para una comunidad turística como la nuestra, pero la transferencia se hizo mal. Faltan tantos medios que, como el 1 de junio no había las condiciones mínimas para prestar el servicio, el mismo Govern tuvo que dotar 12 nuevas plazas con fondos propios para poder gestionar la nueva competencia.

Y, aún así, no basta…

—No. A corto plazo, habrá que poner más dinero y personal. Y, a largo plazo, renegociar con el Estado para ordenar este caos. Además de no poner los recursos necesarios, se ha quedado con la recaudación, la capacidad de deslinde del dominio público y la potestad de vetar cualquier decisión. La gestión de la competencia ha sido nefasta.

¿Qué pasa con ‘Los Bucaneros'? ¿Cómo solventarán la controversia entre el Ayuntamiento de Sant Lluís y los antiguos titulares del chiringuito?

—La concesión expiró, el Ayuntamiento tramitó la solicitud para explotarlo y, antes de traspasarnos la competencia, Costas se la otorgó. Pero la posesión la sigue teniendo el antiguo concesionario. Así que solo puede solucionarse con un acuerdo o la intervención de la Justicia. En cualquier caso, no ha funcionado la eficacia administrativa. No se puede permitir que una infraestructura en un punto tan visible permanezca dos años en un limbo jurídico y se deteriore de este modo.

¿Qué otras ‘patatas calientes' ha heredado en el litoral menorquín?

—Hay muchas cuestiones complicadas, como el nuevo campo de boyas de la Illa de l'Aire, la solución definitiva en Sa Nitja o la problemática por la falta de amarres para residentes en Fornells. Pero, con diálogo, deben resolverse.

¿Siguen faltando barcas para inspeccionar y vigilar el fondeo?

—Nunca son suficientes. Gestionamos los bancos de boyas de la Illa den Colom y Fornells, y ahora pondremos en marcha también el de la Illa de l'Aire. Igualmente gestionamos las autorizaciones de golondrinas, perseguimos la competencia desleal y controlamos el fondeo ilegal. En este sentido, trataremos de poner más medios y mejorar la coordinación entre las administraciones implicadas para que el próximo verano se incremente el control y no se dé la impresión de que nadie vigila.

¿Cuántos expedientes arrastran?

—Solo en Costas y Litoral, más de 2.000. Pero la situación en Recursos Hídricos todavía es peor. Allá se acumulan hasta 4.294 expedientes. Y está claro que, con tamaño volumen de asuntos pendientes, la administración no funciona. Urge activar un plan de choque para ir desencallando las resoluciones.

¿Para cuándo el fin de las obras en el paseo marítimo de Fornells?

—Deben terminarse este invierno para que podamos recepcionarlas correctamente de cara a la próxima temporada.

¿Y cómo piensan dar cabida a los propietarios de pequeñas embarcaciones y vecinos que se han quedado sin amarre en el puerto?

—Ya hemos encargado un estudio a Ports para que habilite nuevos amarres de gestión directa para darles una salida, al menos, durante la temporada. Los técnicos deberán determinar si pueden instalarse nuevos pantalanes para que el máximo número posible de titulares recuperen su espacio.

¿Qué harán con las casas de Ports en las que residió la familia Millet? ¿Renuncian a convertirlas en restaurantes, tras constatar como los sucesivos concursos han quedado desiertos?

—Sí, no van a ser restaurantes, porque ya hay suficiente oferta en el puerto. Así que vamos a tantear al Ayuntamiento y los vecinos para conocer sus propuestas de uso público. En caso contrario, sopesaremos alcanzar un acuerdo con el Ibavi para darles un uso de vivienda. Pero ya hemos encargado el mantenimiento de los edificios para evitar que, con tanto tiempo de indefinición, se sigan degradando.

¿Qué planes tiene para el puerto exterior de Son Blanc en Ciutadella?

—Fornells y Ciutadella han sido los puertos de la comunidad en los que más se ha invertido estos años. Y en el caso de Ciutadella con una obra muy importante, los duques de alba, que darán mayor operatividad y conectividad al puerto. La infraestructura que durante tanto tiempo la izquierda se negó a ejecutar finalmente la ha acabado haciendo, lo que demuestra que era una reivindicación más que necesaria para Menorca.

El Ayuntamiento de Ciutadella quiere aprovechar los duques de alba para fomentar el turismo de cruceros en la ciudad. ¿Lo ve factible?

—Es algo que debemos estudiar para que haya una oferta variada en Menorca y los cruceros puedan ir tanto a Maó como a Ciutadella. Para que eso sea posible cabe instalar una infraestructura que dé seguridad al fondeo y atraque, que puede ser una boya en el exterior, pero dependemos de la autorización estatal. Darles cabida dentro se antoja muy difícil, por el aumento de frecuencias del tráfico regular.

La mayoría de los municipios de Menorca sobrepasan el límite máximo de consumo de agua fijado por Medio Ambiente, y eso frena el futuro crecimiento urbanístico planeado, por ejemplo, en Ciutadella y Alaior. ¿Qué medidas piensa establecer para controlarlo?

—Como todos los problemas complejos, el del agua no tiene una única solución. Exige disponer de infraestructuras más modernas y eficaces, que no provoquen pérdidas en las redes de distribución. También requiere concienciar a la población de la necesidad de reducir el consumo y tratar de reutilizar el máximo de agua posible. Y otro aspecto a subsanar es la infiltración de agua salada en las depuradoras, que impide destinarla al riego. Así que todos debemos actuar. Desde el Govern a los ayuntamientos y los propietarios. Todos estamos comprometidos en garantizar que haya agua suficiente para abastecer a la población. Para extraer menos, consumir menos y compensarlo con una mayor utilización de las desaladoras para así recuperar los acuíferos. Es lo que también deben hacer Ciutadella y Alaior, con quienes estamos trabajando para desbloquear sus planeamientos.

¿Aparte de sacar más agua de la desaladora de Ciutadella, hay que hacerla llegar también a Llevant, como se proyectó en su día?

—Paulatinamente, debe darse más uso al agua desalada. Es cierto que en el pasado se planteó conectarla a la zona de Llevant, pero supone un coste tan elevado que lo descartamos. En cambio, sí pensamos que falta una infraestructura similar en Llevant para solventar la situación.

¿Ve viable, por tanto, construir una desaladora en Llevant?

—Es una cuestión a estudiar por si compensa, para que sea compatible con el actual Plan Hidrológico. Se trata de estar en consonancia con las propuestas del ingeniero José Antonio Fayas para infiltrar los acuíferos y así recuperar las reservas naturales de agua. Desde este punto de vista, la desaladora de Llevant no es en sí misma una solución si no va acompañada, antes, de medidas que reduzcan el consumo y favorezcan la reutilización. Menorca es la isla en la que más llueve y no debería tener estos problemas. Así que vamos a buscar toda la financiación necesaria para solventarlos. Una parte de los fondos de la ecotasa será finalista para la mejora del ciclo del agua. Pero también contamos con los fondos europeos y con que se incrementen las transferencias del Estado destinadas a este fin.

¿La desaladora sería compatible con la potabilizadora de Es Castell y la desnitrificadora de Maó?

—Perfectamente. Además, entre que defines una infraestructura y la pones en marcha pasa tiempo. Se requiere una visión a más largo plazo que el de una legislatura.