Ayer fue un día importante para el Consell de Menorca. Treinta años después de la declaración de Reserva de Biosfera, durante los cuales ni una sola norma legislativa balear había incluido alguna referencia específica a la Reserva, excepto la Ley de Residuos, el Consell consigue que se apruebe una ley que recoge la esencia de un modelo compartido de una isla protegida que tiene el reto de vivir, económicamente, de ello. Es decir que el modelo que quiere consolidar la nueva ley favorezca el equilibrio entre el hombre (el bienestar económico) y la biosfera (el medio ambiente y la conservación del paisaje y los recursos). Además, el Consell, que es un ente de carácter autonómico, por mucho que a menudo desde Mallorca no se respete así, se fortalece como institución.
Es evidente que esta ley podría haber salido mejor. No podemos pasar de dudar sobre si Menorca tiene modelo, como hace pocos años, a querer exportar ese modelo como referente mundial. Como si no hubiera un mañana y no quedara un enorme trabajo por hacer. Al menos, parece que se comparte la idea de que es un punto de partida y no una meta alcanzada. Menorca todavía no es modelo de sostenibilidad, ni de energías limpias y mucho menos de gestión de residuos.
Además, el gobierno del Consell ha dedicado poco esfuerzo a intentar conseguir un acuerdo político más amplio para reflejar en esta ley el consenso social que hoy esencialmente existe sobre el modelo de «la Menorca que queremos». El acuerdo, que debería ser la esencia de la política, garantizaría una vida más prolongada de la ley, más allá de los cambios de signo político en el Consell. Haber permitido la abstención del PP aceptando la enmienda sobre financiación para que el Govern aporte los 5 millones de dotación, y no solo el 75 %, habría sido un buen paso y no habría restado mérito alguno a los partidos promotores de la iniciativa legislativa, sino todo lo contrario.
Ayer fue un día de abrazos entre los socios del tripartito por el éxito político de aprobar la ley en esta legislatura, lo que no era nada fácil ante las reticencias del Govern. Lo que no evita que en las últimas semanas se hayan manifestado posiciones diferentes entre Més, que quiere aplicar medidas para limitar la masificación turística lo antes posible, y el PSOE, que pide «seny» y que no quiere precipitarse.
Ayer fue un día importante para el Consell porque han puesto la letra a la partitura de la Biosfera. Hace falta poner la música, ver cómo se gestiona, para que el resultado sea importante y lo puedan celebrar los menorquines y no solo lo docena que ayer siguieron la transmisión del Parlament.