El primero de los nuevos parques solares que ya ha terminado la obra civil es el Royal Son Bou, cerca de la depuradora de la urbanización, pero todavía no aporta energía a la espera de superar las pruebas y trámites de conexión a la red de distribución. | Josep Bagur Gomila

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El gran despliegue de parques solares que se está gestando prácticamente de una tacada en Menorca, con hasta once proyectos en construcción o a punto de conseguir los permisos, va a provocar una situación un tanto absurda. Después de dos décadas en que el problema de la Isla ha sido la bajísima penetración de renovables, con una potencia instalada estancada en apenas 8 megavatios (MW), todo apunta a que en el plazo estimado de un año, cuando se prevé que estén en funcionamiento los cerca de 170 MW proyectados, el problema será justo el contrario: en la mayoría de meses del año, en franjas horarias de gran producción solar, la generación fotovoltaica va a superar –y con creces– la demanda eléctrica insular.

En sistemas altamente interconectados como el peninsular ese excedente de generación no supone mayor problema, existe capacidad de transporte suficiente para evacuar lo que sobra, pero en un sistema insular como Menorca, con un solo enlace eléctrico y sin baterías de almacenamiento instaladas, se convierte en un problema crítico para las expectativas de rentabilidad de los promotores de parques solares. Los parques se enfrentan a la perspectiva, al menos en sus primeros años, de sufrir el temido curtailment, el nombre técnico en inglés para la orden forzosa del operador de detener la producción de energía durante un periodo de tiempo ante la baja demanda y la incapacidad de la red de transporte para darle salida.

Algunos promotores han trasladado a este diario los problemas que les plantea ese panorama a la hora de planificar la rentabilidad de las instalaciones llegando a afirmar que, si no se ponen soluciones, será complicado lograr la financiación necesaria para desarrollar los proyectos. La obligación de renunciar a explotar el potencial de generación de sus parques no solo supone un desperdicio de megavatios difícil de entender tras tantos años dependiendo de una de las centrales térmicas más contaminantes del país, la central de Maó, sino que amenaza la rentabilidad de los futuros parques.

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En ese contexto, se comprende la preocupación mostrada por el retraso que está sufriendo el proyecto para dotar al sistema de una doble interconexión eléctrica entre Menorca y Mallorca. El doble enlace, que debía ser una realidad hace años pero que se ha ido postergando tras el fallo del antiguo cable en 2017, no tiene en estos momentos un calendario cierto y, en cualquier caso, se empezaría a ejecutar más allá del año 2026. Una de las bondades de esa doble conexión es que va a permitir que los excedentes energéticos de Menorca puedan viajar a la isla vecina. Menorca puede convertirse en exportadora de energía solar. Pero para eso habrá que esperar unos cuantos años.

Mientras no llega ese segundo enlace, la planificación de inversiones en la red de transporte para el periodo 2021-2026 contempla una alternativa, la instalación de una batería en Es Mercadal que permitirá más que doblar la capacidad de transporte del actual cable de 35 MW a 80 MW. El problema es que aunque en un principio su instalación estaba prevista para el año 2024, Red Eléctrica enfrió esas expectativas y solo se compromete a cumplir con los plazos que le exige la planificación, es decir, ponerla en marcha en el horizonte 2026.

Hasta entonces, si se cumplen las previsiones de desarrollo, parece complicado que el operador del sistema no se vea obligado a ordenar a los parques que se detengan en momentos en que su producción supere las necesidades de demanda, más teniendo en cuenta que la producción de la central de Maó no se reducirá a cero en estos primeros compases de la transición energética, tendrá que tener lo que se conoce como una reserva rodante, grupos encendidos para garantizar la estabilidad del suministro. Según ha podido saber este diario, la previsión del operador del sistema para ordenar a los parques que reduzcan su aportación al sistema es aplicar un criterio de proporcionalidad, es decir, hacer que los parques reduzcan su aportación al sistema de forma proporcional a su producción.

Una vía de solución para evitar tener que desperdiciar potencial de generación es la instalación de grandes baterías junto a los parques solares que permitan absorber esa energía que sobra en las horas de gran producción solar para volcarla a la red en horario nocturno. Eso permitiría compensar los desajustes que se pueden producir entre el consumo y la generación. El problema es que el desarrollo de proyectos con instalación de baterías choca con la falta de una regulación específica del marco retributivo, un régimen especial que garantice a los promotores una rentabilidad razonable a largo plazo. Sin esa regulación, que por el momento no tiene fecha, o sin un impulso público, los promotores no ven atractiva su instalación.

Las claves
  1. La oferta superará a la demanda en buena parte del año

    Los cerca de 170 megavatios (MW) que están proyectados superan con careces la punta de demanda, En las franjas horarias de gran producción solar, el operador del sistema tendrá que poner freno a los parques solares.

  2. El segundo cable permitiría dar salida a la energía

    El segundo cable no solo permitirá que llegue más energía verde desde Mallorca y la Península, sino que también da la opción a los productores menorquines de evacuar los excedentes de energía al resto de islas.

  3. Cuatro años de espera para la alternativa

    La alternativa al segundo cable en el plan de inversiones es ,a instalación de una batería que permite más que doblar la capacidad de transporte del actual enlace. Red Eléctrica no se compromete a ponerla en marcha hasta 2026.